sábado, noviembre 23, 2024

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“Nuit debout”: el espíritu de los indignados llega a Francia

PARÍS.- Por sexta vez en menos de un mes, decenas de miles de personas se manifestaron ayer en Francia contra el proyecto de reforma del Código de Trabajo. Una protesta específica que ha dado origen a un movimiento ciudadano mucho más profundo y amplio que, a imagen de los indignados en España, está asumiendo características de sublevación social.

Ayer fueron por lo menos 160.000 personas que desfilaron en varias ciudades francesas para exigir el retiro simple y llano de ese texto de ley, que liberaliza las condiciones laborales. Si bien fueron muchas menos que el 31 de marzo (cerca de un millón), las centrales sindicales obreras y estudiantiles pretenden seguir manteniendo la presión sobre el gobierno hasta que retire “simple y llanamente, un texto que solo creará desempleo y favorecerá a los patrones”.

Y como sucede cada noche desde hace diez días, miles de ciudadanos volvieron ayer a reunirse en las plazas de Francia en el marco de un nuevo y espontáneo movimiento, “Nuit debout”. Lo que podría traducirse como “noche de pie” o “noche en vela”, nació como una protesta a la futura ley laboral. Sin embargo, hoy supera ese objetivo: refugiados, falta de vivienda, precariedad, ejercicio de la democracia… todo es debatido en unas veladas públicas que comienzan al caer de la noche y se estiran hasta la madrugada.

Aquella noche del 31 de marzo, después de la manifestación, la gente decidió no volver a casa y ocupar el espacio público para hacer converger sus luchas, “hacer política de otra manera, como hicieron los indignados en España”, precisa Silvain, uno de sus voluntarios. Quienes participan intentan manifestar su hartazgo de la forma en que funciona el mundo actual y, desde hace diez días, el ritual es el mismo.

Con los últimos rayos del sol, alrededor de las 18, miles de personas en decenas de ciudades francesas, sentadas o de pie, asisten a una asamblea general. La participación popular se encadena según un rito democrático bien preciso: las intervenciones no deben durar más de tres minutos y son rigurosamente registradas, se respeta rigurosamente la alternancia hombre-mujer y la asistencia puede manifestar su asentimiento o desacuerdo mediante gestos de la mano en alto, tomados de los indignados. Finalmente, la asamblea vota los temas propuestos en la agenda del día.

Casi siempre, la primera salva de intervenciones está consagrada a la situación de los refugiados. Pero la convergencia de luchas es uno de los objetivos principales de “Nuit debout”.

“Hay que inscribir en nuestra agenda prioritaria las reivindicaciones de los más débiles”, clama Virginie, una estudiante de Ciencias Sociales de 22 años. Francis Perrin, abogado, recuerda que “Francia todavía no acogió su cuota de refugiados” fijada por la Comisión Europea, “contrariamente a Alemania”.

Pero “Nuit debout” está lejos de ser un movimiento espontáneo. Su historia comenzó el 23 de febrero durante la proyección de un documental, Merci patron (Gracias jefe), sobre la historia de una pareja de obreros despedidos de una fábrica del hombre más rico de Francia, Bernard Arnault, dueño del grupo de lujo LVMH (Dior, Céline, Sephora, Vuitton, etcétera), cuya fortuna personal se calcula en 38.000 millones de euros. El realizador del film es François Ruffin, de 41 años, fundador de la revista Fakir, hecha por voluntarios.

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