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Taipei.- Tsai Ing-wen, que hoy fue elegida presidenta de Taiwán, es una docente moderada, pragmática y de gran capacidad, que ha logrado un éxito histórico para su Partido Demócrata Progresista (PDP) a pesar de una corta experiencia personal en la política.
Con un carácter dialogante y capaz de conjuntar voluntades, Tsai, de 59 años, se ha ganado un enorme apoyo popular, con un 56,2 % de los votos frente al 31 % de su principal rival, Eric Chu, del histórico Kuomintang (KMT).
Tras una derrota por escaso margen en 2012, Tsai, esta docente que llegó a la política partidista hace apenas once años, ha llevado al independentista PDP a esta victoria gracias a sus promesas de cambio y al descontento popular con la gestión económica del actual gobierno, unido al amplio malestar por el acercamiento a China y las divisiones en el KMT.
Con un doctorado en la prestigiosa Escuela de Economía de Londres y experiencia docente y gubernamental desde 1993, Tsai ha escalado la compleja cumbre política de Taiwán, con un perfil moderado y profesional, alejado de los extremismos.
En la década de 1990 participó en las negociaciones para la adhesión de Taiwán a la Organización Mundial del Comercio y fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional, con el presidente Lee Teng-hui, artífice de la democratización de la isla.
Tsai fue una de las personas que diseño la política de “sin prisa y con paciencia” de Lee en la apertura económica a China y de la controvertida doctrina de relaciones “especiales de Estado a Estado” con China, que en 2007 despertó las iras de Pekín.
Durante el Gobierno del independentista Chen Shui-bian (2000-2008) fue viceprimera ministra y titular del Consejo de Asuntos de China Continental, sin ser miembro del PDP hasta el 2004.
En tan sólo cuatro años desde su ingreso en el partido independentista, logró encaramarse a la presidencia y convertirse en su candidata presidencial en los comicios de 2012, que perdió ante Ma Ying-jeou.
Tras su renuncia a la presidencia del PDP en 2012, Tsai volvió a la cabeza del partido en 2014, imponiendo la paz entre las diferentes facciones e impulsando la moderación con respecto a las relaciones con China, lo que le granjeó fama de moderada y que EEUU no se oponga a sus políticas.
Su estilo pragmático y suave no oculta un rostro renovador, que quiere poner fin al poderío político del KMT, obligándolo a despojarse de sus propiedades y fondos, y también a un sistema de jubilación que privilegia a los funcionarios sobre el resto de los taiwaneses.
Tsai quiere traer a la política isleña más transparencia, rendición de cuentas y control popular, por medio de una reforma del Parlamento y la expansión de las leyes de referéndum y de consulta popular.
Respecto a China, defiende el “mantenimiento del actual estatus quo” y de la “paz y estabilidad en el estrecho de Formosa”, pero se niega a aceptar que la isla sea parte de China o el llamado “Consenso de 1992” (“Una China, con dos interpretaciones”).
Tsai obtuvo la consideración de EEUU (al contrario que en 2012) sobre su política china durante un exitoso viaje a ese país, pero Pekín insiste en que rechace explícitamente la “independencia” y que acepte el “Consenso de 1992”, si no quiere que se los lazos se deterioren o incluso colapsen.
Tsai se ha alejado de las políticas independentistas radicales del presidente Chen Shui-bian (2000-2008), del Partido Democrático Progresista (DPP), que desencadenó fuertes tensiones con China, pero su formación aún mantiene una postura independentista y se opone firmemente al control chino de la economía, medios y política taiwanesa.
En economía, Tsai defiende políticas de reparto, apoyo al bienestar social y alza de salarios y muestra un cierto recelo ante las grandes empresas, sobre todo las que mantienen fuertes intereses en China.