Daniela, de 12 años, vive con su madre y su hermano en un pequeño pueblo de la provincia de Manabí, en Ecuador. No conoció a su padre y apenas sabe nada de él, porque su madre nunca habla de ello. Desde muy pronto se dio cuenta de que su vida no era como la de otros niños. Cuando nació su hermano, que sufre epilepsia y necesita una silla de ruedas, su madre tuvo que abandonar su modo de vida anterior y hacerse cargo de él con la ayuda de Daniela
Como le ocurrió a miles de personas que viven a lo largo de la costa ecuatoriana, la vida de Daniela cambió completamente cuando la tierra empezó a temblar el 16 de abril, como resultado de un terremoto de 7,8 de magnitud en la escala Richter.
Cuando comenzaron los temblores, Daniela estaba sola en casa con su hermano. “Al principio no me asusté, pero después la casa empezó a temblar muy fuerte. Mi hermano pequeño estaba tendido en la cama, pero la fuerza del temblor hizo que cayera al suelo”, recuerda.
Cuando se dio cuenta de que su hermano se había caído de la cama, Daniela intentó llegar hasta él para ayudarle a salir de la casa, pero una gran estantería cayó entre ellos, bloqueándole el paso. “Tenía que levantar la estantería para llegar a donde estaba mi hermano, pero al principio era incapaz. La televisión también se tambaleaba y estuvo a punto de caer encima de mí. Estaba aterrada”.
Cuando al fin consiguió llegar hasta su hermano, Daniela lo arrastró fuera de casa y cargó con él un largo camino hasta la casa de su abuela, donde, nada más llegar, se desmayó a causa del cansancio y el miedo. Cuando recuperó la conciencia, su único deseo era volver a ver a su madre.
“Fue un momento muy doloroso porque pensaba que había perdido a mi hermano. Pensé también que algo malo le habría pasado a mi madre”.
Afortunadamente, su madre estaba a salvo y la familia no tardó en volver a reunirse. Aquella noche nadie pudo dormir. No fue hasta el día siguiente cuando de pronto repararon en que lo habían perdido todo y que su casa había quedado totalmente destruida. Lo ocurrido supuso un gran shock para Daniela. El mes siguiente al terremoto, tuvo que esforzarse mucho para recuperarse psicológicamente.
A día de hoy, intenta divertirse de nuevo y jugar con otros niños y niñas en los Espacios Amigos de la Infancia, espacios seguros que Plan International ha levantado en la zona afectada. Las familias que viven ahí lo comparten todo y se ayudan mutuamente.
La respuesta de Plan International en Ecuador se centra en la protección, la educación y el derecho al juego y dará asistencia a 75.000 personas en Manabí, incluyendo a 30.000 niños y niñas. Una de las medidas principales es la construcción de espacios amigables con la infancia donde los niños y niñas pueden encontrar un lugar seguro para jugar y relacionarse en un contexto de normalidad mientras superan el trauma que han sufrido.
“Plan International trabaja para garantizar la protección y seguridad de los niños y niñas, desde la primera respuesta de emergencia hasta la fase de reconstrucción, que será larga y difícil. El apoyo de la población es fundamental para poder trabajar a largo plazo en la recuperación de estas comunidades”, afirma la directora general de Plan International en España, Concha López.