La multimillonaria expansión del Canal de Panamá se pondrá en marcha este fin de semana en medio de un bajón en el comercio mundial y la industria marítima: la caída del petróleo y de los fletes en barcos graneleros hacen a otras rutas mucho más atractivas que la vía interoceánica de este país y provocan desbalance en sus cuentas.
La principal ruta que sirve el canal, que va del norte de Asia hacia la costa este de Estados Unidos, sufre los embates por el bajo crecimiento de las economías china y estadounidense.
Pero el administrador del canal panameño Jorge Luis Quijano dijo el miércoles en una entrevista con The Associated Press que todo este panorama es cíclico y que tarde o temprano vendrá un repunte en las economías y el comercio, que encontrará a la vía en una mejor posición producto de su expansión.
“Las cosas no se mantienen en cero; el mundo va a seguir creciendo”, señaló Quijano en su oficina y a tres días antes de la inauguración de una mega-obra que tiene un retraso de algo más de un año. “Eventualmente va a ver una mejora y lo bueno de esto es que ya estamos preparados para recoger cuando eso ocurra”.
Recordó que el canal ya ha superado algunas crisis mundiales que, incluso, han golpeado a Estados Unidos, el principal usuario.
Precisamente hacia ese país apunta uno de los nuevos segmentos que según los impulsores de la ampliación podrían generar ingresos significativos en los próximos años y que tiene que ver con la incipiente actividad exportadora de gas natural de ese país hacia mercados asiáticos.
“Nosotros sentimos que los Estados Unidos va a tener un crecimiento importante en el futuro para su nueva capacidad de exportación de productos de petróleo y de gas natural”, apuntó Quijano, quién llegó al canal en 1975 durante la administración estadounidense y fue escalando hasta convertirse en administrador en septiembre del 2012.
“Y por eso que nuestra apuesta, y me siento tan optimista que al canal le va a ir bien”, continuó el administrador.
Panamá se embarcó en la mayor reforma estructural de la centenaria vía, a un costo de 5.250 millones de dólares, varios años después de que fue transferida por Estados Unidos el 31 de diciembre de 1999. La expansión permitirá duplicar la capacidad operativa de la vía interoceánica y el paso de buques de grandes magnitudes que podrán llevar más del doble de la carga de los barcos más grandes que cruzan la actual ruta.