El multimillonario ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, empleó el argumento del voto útil. El vicepresidente, Joe Biden, usó el argumento emocional. El ‘número dos’ de Hillary, Tim Kaine, se presentó en público. Y el presidente, Barack Obama, como el ex profesor de Derecho que es, cerró la vista oral del juicio político contra Donald Trump que se celebró anoche (madrugada de este jueves en Europa) en el Palacio de los Deportes Wells Fargo, en Filadelfia.
El jurado, unas 20.000 personas, ya tenía listo su veredicto antes de entrar en el complejo deportivo: Trump es culpable. O sea, no debe ganar las elecciones de noviembre. Pero la exhibición de fuerza del Partido Demócrata dejó también allanado el camino a Hillary Clinton como sucesora de Obama.
Un judío, dos católicos, un protestante; tres blancos, un negro. Todos para aupar a la primera mujer a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton. Una Hillary Clinton que apareció al final del discurso de Obama y se abrazó a él mientras el pabellón se venía abajo. Hoy será su turno para cerrar la Convención Demócrata y lanzarse a la conquista de la Casa Blanca.
Así, en la tercera jornada de la Convención, los demócratas dejaron atrás las tensiones de la oposición de izquierdas de Bernie Sanders, aunque los irreductibles del senador por Vermont todavía seguían lamentando la derrota de su candidato. El Partido Demócrata logró, por fin, hacer una exhibición de unidad ante las cámaras de televisión de todo Estados Unidos, en una jornada marcada por las catastróficas declaraciones de Trump instando a Rusia a realizar ciberespionaje a Hillary Clinton.
Fue una dramática y bien orquestada escenificación destinada a subrayar el contraste entre la cascada de pesos pesados de primer nivel de la política estadounidense en el escenario, y la ausencia de figuras de primer nivel en la Convención Republicana, que se celebró la semana pasada con un público, además, mucho menor y mucho más frío.
Arrancó el multimillonario (40.900 millones de dólares, o 37.100 millones de euros) ex alcalde neoyorkino y eternamente frustrado candidato a la presidencia, Michael Bloomberg, que lo ha sido todo: demócrata (hasta que entró en política), republicano (cuando se dio cuenta de que podía ser alcalde de Nueva York solo si entraba en ese partido,que es mucho más débil que el demócrata en esa ciudad), e independiente (cuando alcanzó el suficiente poder en Nueva York como para no necesitar ningún paraguas político).
Bloomberg marcó la pauta con uno de los temas de la noche: el control de las armas de fuego. El multimillonario ha lanzado varias iniciativas en contra de la libre adquisición de rifles de asalto, lo que le ha valido durísimos ataques de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, según sus siglas en inglés). Pero, además, Bloomberg, atacó a Trump. “Es un estafador”, dijo de él.
Luego llegó el turno del vicepresidente Joe Biden, al que muchos de los presentes habrían preferido como candidato a la Casa Blanca este año antes que a Sanders y, desde luego, que a Hillary. Biden dirigió su discurso al ‘público objetivo’ de Donald Trump: la clase media y media-baja blanca. Es un electorado en el que el vicepresidente se mueve como pez en el agua. Pero, en estos 8 años de ‘número dos’ de Obama, Biden también ha conseguido extender su atractivo a la generación más joven: los ‘Millennials’–aquéllos nacidos entre 1980 y 2000–que han apoyado masivamente a Sanders.
“Dice que se preocupa por la clase media. ¡Por favor! Eso es solo un montón de mentiras”, dijo el vicepresidente, en referencia al candidato republicano, al que calificó de “racista”, y acusó de defender la tortura y la intolerancia religiosa.
on el Palacio de los Deportes en ebullición, Tim Kaine soltó un discurso previsible. Muy político. Incluso, repitiendo, palabras por palabra, algunas frases de su intervención conjunta con Hillary Clinton el sábado pasado en Florida, cuando su nominación fue anunciada. Kaine también atacó a Trump. Y habló en español. Logró que todos se pusieran a gritar “Sí se puede”, el eslogan de Obama de 2008, pero en castellano. Y hasta imitó el tono de voz de Trump.
Y así se llegó al apoteosis para los demócratas, que fue el discurso de Barack Obama. Un discurso en el que el presidente Estados Unidos enfatizó el optimismo en el futuro del país que le falta a Donald Trump. Empezó declarando que “la profundamente pesimista visión” de EEUU de Trump “no es los EEUU que yo conozco” y acabó diciendo que “no conozco a nadie, incluyéndome a mí, incluyendo a Bill [Clinton], más cualificado para ser presidente”. Obama pidió a sus fieles que “hagáis por Hillary lo que hicisteis por mi”. Y, en medio de la ovación final, la candidata salió al escenario y le abrazó.