Tras 14 años y tres hijas en común, el matrimonio entre Marta Luisa, primogénita de los reyes de Noruega, y el artista Ari Behn ha llegado a su fin, según anunció la Casa Real el pasado viernes. No ha sorprendido a nadie. Pese a que la princesa aseguraba en su emotivo comunicado que lo han intentado todo, se presume que el carácter indomable del enfant terrible de la realeza ha sido un obstáculo insalvable.
Ahora que la separación es oficial no extraña que el díscolo Behn no posarajunto con el resto de la familia real noruega en la reciente celebración del jubileo de plata de Harald y Sonia en la ciudad de Trondheim. En su catedral fueron consagrados los monarcas hace 25 años y en ella también se casaron Marta Luisa y Ari, en mayo de 2002.
El príncipe azul de la primogénita quizás no fuera el yerno ideal, pero el rey Harald -el primer royal en casarse con una plebeya no sin impedimentos tras nueve años de noviazgo secreto- se prometió que sus hijos serían libres a la hora de escoger pareja, según explicaba a LOC la experta Liv Berit Tessen. No obstante, como publicó el diario VG, para los monarcas noruegos al principio fue “difícil” aceptar los modos “bohemios” del joven, que conoció el éxito con su colección de relatos Trist som faen (Triste como el infierno), publicada en 1999.
Tras el matrimonio real se esperaba de Behn -apellido alemán que tomó de su abuela materna- un perfil bajo y, sin embargo, durante este tiempo no ha dejado de dar titulares. Bien por sus sinceras declaraciones, bien por sus actos extravagantes. Y con el agravante de hacerlos en un país donde el no llamar la atención es una tradición arraigada.
Se describió a la revista Massiv como un “mal marido”, también confesó no ser feliz y que bebía a diario. Para indignación de quienes le exigían neutralidad política, se declaró votante del Partido Laborista. Y si el escándalo, aún soltero, lo había alcanzado por el atajo de la televisión -y no la literatura- en una emisión donde flirteaba con las drogas y dos chicas polacas; una vez casado, en 2011, volvió a la pequeña pantalla. Lo hizo en un programa de viajes de nueve episodios –Ari og Per– con su viejo amigo, el fotógrafo Per Heinly, quien ya había sido declarado persona non grata en los círculos de la realeza.
En 2012, el matrimonio y sus tres hijas -Maud Angelica (13 años), Leah Isadora (11) y Emma Tallulah (7)- dejaron Noruega. Cambiaron su bucólica residencia de Lommedalen, cerca de la capital, por el Londres gentrificado de Islington. Allí Behn se dedicó a la pintura y a otro tipo de performances, como cuando se apostó en una esquina todo pulcro, pero con botella de vino y bandera noruega incluida, pidiendo limosna: “Soy un pobre escritor -tachado-, artista, noruego, por favor ayudadme”, rezaba el cartel.
Los reyes noruegos jamás se han pronunciado negativamente sobre su ex yerno. En el comunicado del divorcio han afirmado sentir “dolor y tristeza” por la ruptura, pero aquello no debió de sentar demasiado bien en Slottet. Aunque también es cierto que el matrimonio no ha recibido ni una sola corona del erario público, puesto que desde 2002 no son parte de la Casa Real. Esta decisión la tomó el rey Harald para que su hija pudiera desempeñar su actividad profesional privada, si bien sí mantiene derechos dinásticos.
En 2014 regresaron a Noruega: “Las niñas añoran la naturaleza”, dijo la princesa. La familia prosiguió con su vida: Marta Luisa, que dice hablar con los ángeles para espanto de la Iglesia noruega -que encabeza su padre-, cambió el nombre a su antiguo negocio al de Soulspring, donde imparte charlas para “cambiar el mundo, tu mundo”; y Behn… no se libró del escándalo. El último, el pasado noviembre cuando la bloguera Marna Haugen publicó la foto de éste hundido en su pecho en una secuencia de fotomatón, en la que también aparece el marido de ésta. Ahora a través de su reciente cuenta de Instagram anuncia “su nueva vida”, así como la “redención y transformación”. La princesa, por su parte, tiene previsto refugiarse en las montañas noruegas y viajar a Italia, publica la revista Se og Hør, en busca de paz para salir adelante.