domingo, noviembre 24, 2024

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Trump hará “exámenes exhaustivos” a los inmigrantes si es presidente

Mucha testosterona y poca sustancia. O sea, Donald Trump en estado puro. Así ha sido el discurso sobre lucha antiterrorista que el candidato republicano ha dado este lunes en Ohio. Trump, el hombre que defendió el derrocamiento del dictador egipcio Hosni Mubarak en 2011, ahora acusa a Obama de haber dejado un vacío de poder con la salida del hombre que gobernó ese país durante 30 años.

Verdad y Trump no van en la misma frase, y el candidato republicano volvió a demostrarlo. Por ejemplo, cuando dijo que la delincuencia en Alemania ha batido récords tras la admisión por ese país de refugiados de Oriente Medio. En realidad, es todo lo contrario: el crimen en Alemania ha caído. Claro que es el mismo Donald Trump que hace un año dijo que Angela Merkel es “la mejor”. Y el que hace cinco años proclamó que Hillary Clinton”sería una gran presidenta o vicepresidenta”.

Las propuestas anunciadas por Trump no aportaron apenas nada al debate. El candidato volvió a repetir que habrá “una extrema revisión de los antecedentes” de las personas que viajen a Estados Unidos. Es algo que lleva diciendo desde hace un mes, y que su representante oficial (“surrogate”, en inglés) en la cadena de televisión CNN, Jeffrey Lord ya explicó a ELMUNDO.es hace dos semanas. Y es algo que nadie sabe cómo se va a poner en práctica. ¿Va a pedir EEUU a todos los visitantes que definan sus creencias religiosas en sus formularios de inmigración? ¿Va a someter a especial escrutinio a los que se llamen Mohamed? Eso queda para más adelante, se supone.

En su estilo, Trump no especificó qué países se verían afectados por las nuevas medidas, que también incluyen la cancelación de la autorización de visados a los ciudadanos de determinadas naciones (de nuevo, sin especificar). Aunque tampoco hay que esperar mucho de quien ha cambiado 14 veces en 12 meses de posición con respecto al Salario Mínimo Interprofesional, según un conteo llevado a cabo por The Washington Post.

El candidato volvió a demostrar que, para duro, él. EEUU combatirá el terrorismo “cruelmente si es necesario”, dijo. Y, por supuesto, mantendrá abierta la cárcel de Guantánamo, en Cuba. Apenas tres horas después de su discurso, el Pentágono anunciaba el traslado de 15 detenidos en esa prisión. En el pasado, Trump ha dicho que, si él es presidente, enviará a estadounidenses a Guantánamo, lo que es ilegal. Ayer, al menos, no llegó tan lejos.

Acaso porque estaba usando el teleprompter (literalmente, ‘tele-apuntador’, o sea, una pantalla en la que estaba escrito el discurso). El uso de ese artilugio por el republicano es toda una concesión a su partido y a parte de su campaña, que están desesperados ante las constantes salidas de tono de Trump, que amenazan con colocarle a una distancia de Hillary Clinton insuperable por más que aún falten dos meses y medio para las elecciones.

Trump, así, no se salió del mensaje. Estableció una distinción entre los musulmanes moderados y los radicales, y dijo que quiere “construir puentes” con los primeros. Qué tipo de puentes tampoco quedó aclarado. Eso sí, al menos dijo que quiere cooperar con otros países: Egipto, Jordania, Israel, y Rusia.

Ése es el problema: Rusia. Porque el discurso de Trump quedó en buena medida oculto por un escándalo que recuerda al de los papeles de Bárcenas, solo que a escala planetaria, porque en esta ocasión involucra una revolución, la invasión y anexión de un territorio de un país, la primera guerra en Europa en 15 años -desde Kosovo-, una oleada de sanciones internacionales al país con más armas nucleares del mundo -Rusia- y, ahora, las elecciones en EEUU. Para que luego digan que en agosto no hay noticias.

Tan surreal escenario es el que vive Estados Unidos desde que este lunes el diario The New York Times publicara una información que señala que las autoridades ucranianas han encontrado un cuaderno escrito a mano en el que se detallan pagos bajo cuerda por valor de 12,7 millones de dólares(11,4 millones de euros) del Gobierno ucraniano prorruso de Viktor Yanukovich al jefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort.

La revelación del diario neoyorkino estropeó en buena medida el plan de la campaña de Trump, que giraba en torno a la presentación del plan antiterrorista del candidato republicano. Un plan muy de Trump: lleno de testosterona (EEUU combatirá el terrorismo “cruelmente si es necesario”), y duro en materia de inmigración legal (habrá una “extrema investigación de antecedentes“, y EEUU suspenderá los visados que da a ciertos países), pero sin detalles prácticos de ningún tipo.

Trump presentó el proyecto en Ohio, uno de los estados críticos en las elecciones de noviembre.

Ése es el problema: Rusia. Porque las relaciones entre la campaña de Trump y el Kremlin son muy controvertidas, como demuestra la relación de Manafort con Yanukovich, que fue primer ministro y presidente de Ucrania entre 2006 y 2014, cuando fue derrocado por una revolución desatada, en buena medida, por su decisión de no firmar un Tratado de Asociación con la Unión Europea y, en vez de eso, de estrechar lazos con Rusia. Tras perder el poder, Yanukovich se refugió en Rusia. A su vez, Vladimir Putin ordenó la ocupación y anexión de la península de Crimea, en Ucrania, y sus fuerzas, con la ayuda de milicias locales, ocuparon parte del este de ese país.

Ahora, los documentos desvelados por el diario neoyorquino acusan a Manafort de beneficiarse directamente de pagos en caja B del Gobierno de Yanukovich. Pero hay cargos que potencialmente son más peligrosos para la campaña de Donald Trump.

Según El New York Times, las autoridades ucranianas están investigando sociedades basadas en tres paraísos fiscales -Belize, Seychelles, y las Islas Vírgenes Británicas- en la que habrían participado Manafort y el oligarca ruso y aliado de Vladimir Putin Oleg Deripaska para blanquear dinero de Ucrania y, también, para adquirir por 18 millones de dólares (16 millones de euros) una cadena de televisión por cable de ese país. Deripaska tiene una fortuna de 3.200 millones de dólares (2.850 millones de euros), y es propietario del segundo mayor productor de aluminio del mundo, RUSAL.

The New York Times especifica que no está claro que el asesor de Trump estuviera legalmente obligado a informar de esas transacciones, salvo que sean ciertas las acusaciones del Gobierno de Ucrania -un firme aliado de la UE y de EEUU- y esos pagos y operaciones fueran en negro.

La reacción de la campaña de Donald Trump y del propio Manafort fue la habitual: negar la veracidad de la noticia. Pero el golpe político a la candidatura de Trump es enorme. El candidato republicano ha destacado por atacar e insultar a la mayor parte de los países del mundo -aliados y enemigos de EEUU a partes iguales- con una excepción: Rusia. A eso se suma que Manafort presionó al Comité Nacional Republicano para que éste abandonara su línea de dureza respecto a Moscú en el programa electoral del partido para las elecciones de noviembre. Es un giro de 180 grados en un partido cuyo último candidato a la Presidencia, Mitt Romney, afirmó en 2012 que Rusia es “la mayor amenaza geopolítica” de Estados Unidos.

El problema se agrava porque Trump va mal en las encuestas, y su campaña es un caos. Una muestra de ello es que el predecesor de Manafort, Corey Lewandowski, tuiteó el lunes el link de la noticia del New York Times, en lo que parece una carga de profundidad contra el hombre que le sucedió.

Y es que Trump se hizo famoso en Estados Unidos por una frase: “¡Estás despedido!”. Ésa era su rúbrica en el reality show El aprendiz. Pero, en la vida real, Trump no despide a la gente. Sus colaboradores más cercanos mantienen sus puestos a cambio de una fidelidad total. En la campaña para la Casa Blanca, son la hija y el yerno de Trump quienes echaron a Lewandowski. Así que, por ahora, Manafort sigue, a pesar de las voces dentro y fuera del partido que piden su dimisión.

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