Miles de surcoreanos manifestaron el sábado en Seúl, en medio de un gran dispositivo de seguridad, para exigir la renuncia de la presidenta Park Geun-Hye involucrada en un escándalo político-financiero.
Los manifestantes, portando carteles y gritando consignas contra la presidenta, intentaron dirigirse hacia la Casa Azul, sede la presidencia, vigilados por 20.000 policías.
La manifestación tuvo lugar al día siguiente de que Park Geun-Hye pidiera disculpas en un mensaje en televisión, en el que anunció que respondería a las preguntas de la fiscalía sobre el caso.
A Park Geun-Hye la acusan de haber estado bajo la influencia de una consejera oculta, Choi Soon-Sil, que habría aprovechado su cercanía con la presidenta para obtener dinero de los grandes conglomerados industriales. Choi fue formalmente detenida el miércoles por fraude y abuso de poder.
Park, cuya popularidad se sitúa en tan solo 5% de opiniones favorables, reconoció en el discurso de viernes la responsabilidad en el escándalo que involucra a su confidente y amiga de 40 años.
La presidenta reconoció “negligencia” y falta de vigilancia pero negó haber caído en manos de una secta, como habían asegurado algunos medios.
Lo que más ha chocado a la opinión pública son las acusaciones de intromisión en asuntos de estado y de que tuvo acceso a documentos confidenciales a pesar de no ocupar ningún cargo oficial.
“Tendría que renunciar pues ha perdido cualquier autoridad moral de presidenta”, afirmó un manifestante a la AFP.
El viernes, tras el discurso, una parte de la oposición pidió cambios sustanciales y advirtió que, si no se producían, lanzaría un movimiento para exigir la renuncia de la presidenta.
Sin embargo los analistas estiman poco probable que Park renuncie y consideran que terminará su mandato con una legitimidad disminuida, cebilitada por el escándalo Choi, el aumento del desempleo y las tensiones militares con Corea del Norte.