Media América Central quiere su propio canal interoceánico. La posibilidad de servir de paso entre los océanos Pacífico y Atlántico ha llevado esta semana a Costa Rica a presentar oficialmente el megaproyecto de construcción de un canal seco que costará, aproximadamente, 16.000 millones de dólares y que se convertirá en alternativa —y competencia— al consolidado Canal de Panamá y a los faraónicos planes del Gobierno de Nicaragua recientemente concesionados a un cuestionado empresario chino.
El Ministerio de Obras Públicas y Transportes costarricense dispuso plazos y montos a un proyecto que, según los planes oficiales, desarrollaría un grupo de empresarios privados a lo largo del próximo quinquenio con el respaldo inicial del sector empresarial y académico.
En los planos hay 315 kilómetros de una carretera de 10 carriles con dos líneas férreas paralelas, además de tres aeropuertos internacionales, una treintena de plantas hidroeléctricas y dos nuevos puertos marítimos en la costa pacífica (bahía de Santa Elena) y en el mar Caribe (Parismina), según explicó a la prensa Andrea Lineros, la coordinadora del proyecto.
El plan de las autoridades costarricenses es construir un sistema capaz de descargar las mercancías, transportarlas y volverlas a cargar en menos de 30 horas, expuso la secretaria del Consejo Nacional de Concesiones (CNC) tico, Silvia Jiménez. Esta entidad incluyó el expediente en su cartera de proyectos, un paso con el que comienza el procedimiento formal que deberá incluir un plan de factibilidad del proponente y una licitación posterior.
La empresa Cansec de Costa Rica ya tiene a los inversionistas extranjeros que financiarán los 16.000 millones de dólares, según dijo a la prensa Lucía D’Ambrosio, la presidenta ejecutiva de Cansec, sin identificarlos de manera pública.
“Hay ventajas en la coyuntura internacional, como las bajas tasas de interés que hacen atractivo invertir en este proyecto”, apuntó Jiménez a EL PAÍS. “Costa Rica está muy cerca de las rutas navieras, tiene una topografía ideal en sus llanuras del norte. Además, al ser un canal seco, permitiría atender buques muy grandes que ahora mismo no pasan por Panamá a pesar de su reciente ampliación. Y reduciría los tiempos de espera, pues solo deben descargar o cargar, y esto es una enorme diferencia en sus costos”, añadió la secretaria del CNC.
El coste de este último asciende a 50.000 millones de dólares, aunque hasta ahora no ha habido señales del inicio de las obras. El proyecto, además, se ha visto envuelto en la polémica y las críticas individuales y colectivas de indígenas y ecologistas. Un poco más al norte, el Ejecutivo hondureño pretende inaugurar en 2017 un canal seco que consistirá en una carretera de 400 kilómetros y que pretende erigirse en una alternativa frente a las dudas que rodean al proyecto nicaragüense.
La idea en costarricense ronda los despachos privados y públicos desde la década de los ochenta, pero ahora parece haber cogido forma. Todo, a pesar del escepticismo que suscitan los planes de infraestructura vial en el país, dadas las dificultades de las últimas décadas para atender las necesidades en este sector. De ellos es consciente Jiménez: “Lo bueno es que esta iniciativa viene del sector privado y las instancias públicas haremos un acompañamiento y control. Ellos llevarían la batuta”, zanja.