JERUSALÉN. Los palestinos ven en el traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalén prometido por el presidente electo Donald Trump una peligrosa línea roja que, de cumplirse, traería nefastas consecuencias a la región.
Según se acerca su toma de posesión de Trump, el 20 de enero, los palestinos activan toda su fuerza diplomática para tratar de frenar la iniciativa, que el propio presidente palestino, Mahmud Abás, ha calificado de “agresión”.
Abás envió una carta esta semana a Trump para pedirle que no lleve a cabo su promesa, por el “desastroso impacto” que tendría en el proceso de paz y en la “estabilidad y seguridad en la región”, y se dirigió también a otros países, como Rusia, China, Francia, Alemania, Reino Unido y también la UE, para que presionen en sentido contrario.
“Hemos pedido a una serie de países que intervengan”, dijo hoy a Efe un oficial palestino en Ramala, que señaló que “se están preparando acciones diplomáticas y de otro tipo, políticas” para el caso de que finalmente se cumpla.
La medida supondría cruzar una “línea roja” inaceptable, según Abás, que añade: provocaría “una crisis de la que seríamos incapaces de salir”.
Mohamed Shtayeh, miembro del Comité Central de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) anunció que entre las medidas que se consideran “seriamente” está la de cancelar la validez del reconocimiento a Israel.
El traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén supondría para ellos un reconocimiento de la soberanía israelí en toda la ciudad, incluida la parte oriental, territorio ocupado en el que los palestinos aspiran a tener la capital de su futuro Estado.
La OLP ha llamado a todos los países de la región a protestar contra la iniciativa de Trump este fin de semana con oraciones en las mezquitas el viernes y toques de campana en las iglesias.
Medios israelíes avanzaban hoy que el designado nuevo embajador de EEUU en Israel, David Friedman, valora una tercera opción: establecerse en Jerusalén (donde tiene varias oficinas consulares) y que la embajada, oficialmente, se mantenga en Tel Aviv, de modo que Trump pueda considerar cumplida su promesa.
“Esa opción es absolutamente inaceptable. Es lo mismo tener la embajada que tener al embajador”, señaló a Efe un oficial palestino que pidió el anonimato.
El asesor diplomático presidencial palestino Majdi Jaldi también dijo recientemente que un traslado de la embajada “generaría un tsunami”, “complicaría mucho las cosas” y no solo es inaceptable para los palestinos, sino para cualquier país de la región.
“Es un paso muy peligroso, una línea roja”, advirtió.
Para Shteyeh, un gesto estadounidense de este calibre no solo va en contra de los palestinos y el mundo árabe, sino que sería “una bofetada en la cara de la comunidad internacional que apuesta por la solución de los dos estados”.
Trump no es el primero que mete el polémico traslado entre sus promesas electorales, pues ya lo hicieron antes George W.Bush y Bill Clinton, pero en este caso, su equipo lo ha reiterado tras el triunfo en las urnas y la que fue su jefa de campaña, Kellyanne Conway, ha señalado que “es una de sus grandes prioridades”.
A día de hoy, ningún país mantiene su embajada en Jerusalén, todas están en Tel Aviv o ciudades cercanas.