Barcelona, España. A sus 30 años de edad, el tenista profesional Rafael Nadal, el número 5 del ranking mundial, se dio su tradicional chapuzón en la piscina del club a pecho descubierto, sin camiseta. Sin duda alguna, continúa siendo un niño.
El deportista buceó un buen rato y se entretuvo en chapoteos y “selfies”, claro junto a los recogepelotas que le acompañaban en el agua.
Nadal, ya podía haber conquistado su décimo Godó con la ferocidad que le caracteriza: sólo ha cedido un set en todas sus finales, ante David Ferrer, en 2008.
Ya podía confirmarse favoritísimo para Roland Garros: Andy Murray, Novak Djokovic, Roger Federer o Stan Wawrinkano están a su altura en arcilla.
En Barcelona, Rafael Nadal siempre es un niño y por eso aquí nunca faltan conocidos capaces de decorar su biografía.
Aparece, por ejemplo, Juan Antonio Marín, su primera víctima, en la primera ronda del Godó de 2003, y acepta rememorar.
Compañeros en el Real Club de Tenis de Barcelona, ambos ya habían disputado varios Challengers juntos antes de enfrentarse en el arranque del torneo de casa.
Nadal tenía sólo 16 años y Marín, 28, pero la diferencia de nivel ya era indudable. “Me tuve que retirar por una lesión en la rodilla izquierda después de que me ganara el primer set por 6-0. Entonces la bola ya le iba superrápido, ya tenía esa intensidad que aún hoy mantiene, no te dejaba respirar durante todo el partido”, comentó Marín a El Diario.hn
Junto a él surge el ya televisivo Álex Corretja, su primer verdugo, quien le venció en la segunda ronda de aquel Godó primigenio, y también hace memoria.
Él y Nadal se conocieron un año antes en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, cuando el entonces el Top 20 buscaba un entrenamiento con un joven sparring y se encontró un encuentro durísimo contra un titán.
“Recuerdo que en aquella segunda ronda del Godó de 2003 sufrí mucho. Él aún no había cumplido los 17 años, pero ya jugaba a un ritmo muy alto, tan intenso como siempre. Era asombrosa la determinación con la que competía siendo un adolescente”, explicó Corretja
“En aquellos torneos ya me di cuenta de que era distinto. Perdía contra alguien más experimentado que él, tenía excusa, era casi un crío, pero su actitud era de desagrado, tenía alma de ganador. Su potencial era tremendo”, rememoró.
D.O.