El Papa se dirige a la Ciudad de México para realizar su primera visita en nuestro país, pero antes hará una escala en Cuba para reunirse con el jerarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, Cirilo
El Papa Francisco se divirtió hoy poniéndose un sombrero de charro, dedicando libros, recibiendo cartas y regalos varios, haciendo bromas sobre el fútbol argentino, tomándose autofotos y escuchando mensajes de gente común.
Todo esto a bordo del avión papal, en el periplo que lo lleva de Roma a La Habana, donde convivió animadamente durante más de 45 minutos con los 75 periodistas que lo acompañan en la comitiva.
Luego de un despegue atrasado en casi 40 minutos por exceso de tráfico aéreo en la base Leonardo Da Vinci de Fiumicino, a las afueras de Roma, y de un desayuno para todos los pasajeros, el jerarca de la Iglesia católica apareció en el sector turista.
Allí dedicó unas palabras de saludo a todos los presentes y recordó que la decana de los vaticanistas, Valentina Alazraki, le había regalado unas películas del cómico Cantinflas y que así lo hizo entrar “como en un túnel del tiempo”.
“Así entré en México por la puerta de Cantinflas que hace reir mucho”, señaló bromeando. Luego agradeció al organizador de los viajes papales, Alberto Gasbarri, sus 47 años de servicio en el Vaticano y sus 37 en su puesto actual.
“Entró cuando tenía tres o cuatro años”, agregó entre risas, antes de pedir que lo feliciten porque es su último viaje antes de despedirse. Para él pidió “una festichola” y luego presentó a su sucesor, el clérigo colombiano Mauricio Rueda Beltz.
Antes de comenzar a saludar uno por uno a los periodistas, Bergoglio recibió un sombrero de Charro mexicano con una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y se lo colocó emocionado, como lo hicieran Juan Pablo II y Benedicto XVI.