domingo, noviembre 24, 2024

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Leonardo DiCaprio, ¿a la quinta va la vencida?

No hubiera estado mal que tan ansiado momento hubiera llegado envuelto en un cierto aura de suspense, en la emoción del todos contra todos y que gane el mejor. Pero con todo decidido y decantado el domingo en el Dolby Theater -salvo sorpresa mayúscula-, lo del Oscar de Leonardo DiCaprio sabe a homenaje, a recompensa merecida tras décadas de dejarle con la miel en los labios.

Como casi todo el mundo intuye, DiCaprio será el ganador de la estatuilla a mejor actor por El renacido, en uno de esos papeles que siempre son del gusto de la Academia de Hollywood, por no tratarse de algo estrictamente intelectual, sino de contundencia física, de pocas palabras. Es una cuestión histórica. Siempre gustaron los roles de sordomudo, tarado mental, autista, ciego o impedido de algún tipo, por la clase de impacto que causa entre el público más y menos educado.

Quizá por eso Michael Keaton se quedó con cara de tonto el año pasado cuando le denegaron lo que creía suyo por la sublime Birdman en detrimento de Eddie Redmayne, haciendo, claro está, de un discapacitado, de Stephen Hawking, en este caso en La teoría del todo. Y por eso DiCaprio se llevará lo suyo, finalmente, haciendo de explorador golpeado por la vida en busca de venganza en El renacido, de Alejandro González Iñárritu y Emmanuel El Chivo Lubezki.

Las apuestas le sitúan como el indiscutible favorito, compitiendo frente a Bryan Cranston por Trumbo, Matt Damon por Marte, Michael Fassbender por Steve Jobs y Eddie Redmayne por The Danish Girl, sin que ninguno de los anteriores parezca que pueda hacerle sombra en la que puede ser su gran noche.

Tan segura parece su victoria, que los análisis sobre lo andado han sido cuantiosos, hablando de que esta quinta será la vencida y haciendo balance de si no hubiera sido justo habérselo dado antes, con papeles que sobre la mesa parecían de mayor calidad y registro interpretativo.

Mucho se ha hablado de las varias colaboraciones del californiano de 41 años con Martin Scorsese, y que esa cosecha de títulos tendría que haber servido para subsanar el error. Ya estuvo nominado al Oscar por El aviador, haciendo de Howard Hughes. y por El lobo de Wall Street, posiblemente el mejor papel de su carrera hasta la fecha.

Sin embargo, todo ese trabajo tuvo de alguna forma el efecto contrario, convertido en una especie de mártir por la prensa americana al no llevarse el Oscar, mientras los críticos lo encumbraban como el mejor actor de su generación.

Ahora, a punto de saldar esa deuda, el protagonista de todo el meollo le quita hierro y recurre al estereotipo para explicar cómo percibe el asunto de los premios. “Estas cosas están fuera de nuestro control, pero cualquiera aprecia el reconocimiento de sus compañeros. Sé que puede sonar a cliché, pero no es el motivo por el que haces películas. Si amas este arte lo suficiente, y para mí el cine es el gran arte moderno, y miras hacia atrás y sabes que hiciste esas obras con todas tus ganas y lo mejor que pudiste, entonces serás un artista feliz“.

El domingo saldremos de dudas sobre la presión que en realidad cargaba sobre sus espaldas, si le hacía mucha falta cumplir este sueño para sentirse liberado. Es probable que tampoco lo reconozca en público, pero del nivel de emoción en su discurso será fácil determinarlo, un discurso que a buen seguro llevará muy bien preparado-

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