martes, diciembre 24, 2024

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Robin Wright: “Claire Underwood tiene lo mejor de los dos sexos”

El mundo a sus pies. Abajo, el pueblo al que representa. Claire Underwood se mueve a miles de metros, envuelta en frío, recogidas las venosas manos. Distante.

Robin Wright, más cercana que su personaje, responde sobre su impenetrable papel protagonista en House of Cards, serie que estrena este sábado en España la cuarta temporada al completo. El marido de Claire -además de todopoderoso presidente de los EEUU-, la necesita, más que nunca en campaña. Que llame -e insista-.

“Claire tiene lo mejor de los dos sexos. Con ella, te llevas un dos por uno. Una mujer alfa y un hombre alfa -lo que creo que son tanto Claire como Francis-. Eso causa conflictos interesantes, además de dinámicas hermosas. Y eso es lo genial de este dúo, que son un equipo. Y, ya sabes, si siempre se las arreglaran e hicieran lo correcto, entonces no habría mucho drama en la serie”, plantea la actriz, entrevistada por teléfono.


Francis no es otro que Frank Underwood, interpretado por un Kevin Spacey que hace parecer almas de cántaro a los verdaderos políticos.Ahí llega, sin embargo, Donald Trump, en un giro inesperado de guion. “La realidad supera la ficción”, reconoce Wright (1966), nacida en Texas y criada en California, reacia a conducir hacia la política tanto la conversación como su carrera: “Eso sería desternillante. Absolutamente, no”, zanja la actriz y prominente activista.

En cambio, los parlamentarios sí que se han dejado embaucar por la labia de Frank y señora, cuando no la extorsión y la amenaza. Wright recuerda a EL MUNDO su anécdota favorita al respecto. “Un político de muy alto nivel me dijo después del lanzamiento de la primera temporada: ‘Me encanta la serie. Mi mujer y yo nos pegamos atracones viéndola desde la noche del estreno’ (…) ‘¿Cómo de rigurosa dirías que es?’, le pregunté yo, y me contestó: ‘En torno al 99%’ (…) Y continué: ‘¿Qué sería el 1%?’. Yo, por supuesto, estaba pensando que ese 1% de inexactitud tendría que ver con que no puedes matar a un periodista, y menos arrojándolo a las vías del metro. Y me respondió: ‘Bueno, el 1% que me pareció un poco inexacto es que nunca podrías aprobar una ley educativa así de rápido’. Y nos echamos a reír, porque no comentó nada de ningún asesinato”, rememora la intérprete.

Los 13 nuevos episodios de la ficción de Netflix están disponibles a través de Movistar -desde hoy en Yomvi y también, uno tras otro desde las 11.00 horas, en Canal+Series-. Esta vez, las tramas quedan determinadas por las desavenencias de la pareja protagonista, singulares abanderados del Partido Demócrata estadounidense. “Ellos se alimentan, crecen el uno del otro y se respaldan. Y, si uno de los dos falta a su acuerdo, tiene que pagar con el infierno“, señala quien en su día interpretó a la inmaculada princesa prometida. Una violenta escena del primer episodio de la cuarta temporada da buena cuenta de ello.

“Siempre hay amor detrás de la lucha entre los dos. Es lo que pasa cuando tienes a dos alfas juntos”, reflexiona la intérprete, directora además de algunos capítulos de House of Cards: «Los productores de la serie me preguntaron en la segunda temporada si estaría interesada. Probablemente sucedió porque no podía mantener mi boca cerrada la mayor parte del tiempo que pasaba con los directores”.

Wright, además, no permanece ajena al vestuario -Hugo Boss en la percha de Kevin Spacey, Ralph Lauren en la de ella, por ejemplo-. “Traje a mi estilista a la serie [Kemal Harris] para ajustar y amoldar prendas de confección, piezas de diseñadores que modificamos de acuerdo a lo que creo que Claire llevaría puesto. Pero yo llevo vaqueros, botas de motera y una chaqueta de cuero todos los días. Ése viene a ser mi uniforme…”, asegura.

El encaje más difícil, claro, lo sufrió al tratar de meterse en la piel de la ambiciosa, pragmática y prácticamente intocable Claire Underwood. “Como actriz, necesito algo visual que replicar o emular; o algo táctil, algo que pueda tocar y que sienta. Y al principio no era capaz de encontrarlo.Me sentía frustrada y busqué en uno de esos programas documentales de Attenborough. Y apareció el águila americana. Y fue como… ‘Eso es, ésa es Claire’. Ella es el águila americana. Sobrevuela a su presa y a sus seres queridos con tanta magnificencia y tanto estoicismo, con una fuerza silenciosa… Pensé: ‘Perfecto, ése es el animal’. Y adopté las características de ese pájaro”.

Y ahí va, por las alturas, como el ave depredadora, símbolo de EEUU.

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