La cadena de televisión catarí Al Yazira ha sido el último gran grupo de comunicación golpeado por la crisis que viven los medios a nivel mundial. La compañía ha anunciado este domingo que despedirá a 500 de sus trabajadores, un 12% de su plantilla, la mayor parte de ellos en su sede de Doha, en el marco de una “optimización” de los recursos y de la bajada de los precios del crudo.
Al Yazira tiene una red con más de 4.000 trabajadores de 70 nacionalidades y en una nota el director general en funciones de la cadena, Mostefa Souag, ha justificado los despidos asegurando que se enmarcan en “una iniciativa de optimización laboral”.
Eso permitirá al canal evolucionar en su operación de negocios para mantener su posición de liderazgo y continuar con su “compromiso con la mejor calidad de periodismo independiente y directo en el mundo”, según su responsable. En su comunicado, el director en funciones reconoció que fue una decisión “difícil”, aunque subrayó que espera que hayan tomado “el buen camino, para asegurar la competitividad y largo alcance de la cadena”.
Al Yazira fue establecida en Doha en 1996 por el entonces emir de Qatar Hamad Ben Jalifa al Zani, bajo el lema de ser el primer canal de noticias independiente en el mundo árabe, dedicado a ofrecer noticias y debates en directo. En muy poco tiempo, la cadena ganó millones de espectadores en el mundo árabe, ofreciendo un discurso independiente y sin censuras que contrastaba con el de otras televisiones, especialmente en el mundo árabe.
Esta decisión se suma a la anunciada el pasado enero, cuando la cadena afirmó que en abril cerraría su sede en los Estados Unidos, una decisión que justificó entonces con el argumento de que el modelo de negocio no se sostenía “con los desafíos que están teniendo lugar en el mercado de medios en los Estados Unidos”.
Qatar, al igual que el resto de los países del golfo Pérsico cuyas economías dependen de los hidrocarburos, se vio forzada a introducir reformas, como la retirada de subsidios energéticos, para compensar la pérdida de ingresos como consecuencia de la caída de los precios del petróleo. La cadena también se ha resentido de una creciente competencia en la región y ha estado bajo sospecha de muchos gobiernos por el tiempo de emisión concedido a grupos islamistas en Siria, Libia y otros países.