Arrancar los “órganos sanos del cuerpo de los apóstatas” para salvar la vida de los buenos y piadosos musulmanes. El mercadeo de órganos humanos se ha convertido en un floreciente negocio en los confines del califato. “Hay pruebas en los textos, los principios y las leyes islámicas que respaldan el trasplante de órganos sanos del cuerpo de un apóstata para salvar la vida de un musulmán o reemplazar alguno de sus órganos dañados”, reza una fatua (edicto religioso) firmada por el comité de investigación y fatuas del autodenominado Estado Islámico.
La organización yihadista que controla vastas zonas de Siria e Irak justifica su última tropelía en la procesión de militantes heridos y enfermos que abarrotan las clínicas. “Los hospitales musulmanes están saturados con enfermedades que son incurables para los médicos y terribles para los pacientes, dolencias cardiacas y renales y otros males degenerativos y fatales”, enumera el comunicado que -como en ocasiones anteriores- bucea en la literatura religiosa para tratar de justificar sus fechorías. “Si los juristas han permitido, cuando sea necesario, el consumo de carne humana para evitar la muerte resulta incluso más apropiado trasplantar órganos de infieles en cuerpos de musulmanes”, indica el documento tras recordar que las vidas de los adversarios pueden ser usurpadas “con total impunidad”.
Los primeros frutos del decreto, fechado el 31 de enero de 2015, han comenzado a aflorar en Mosul, la segunda ciudad iraquí tomada por las huestes del Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés) en el verano de 2014. “Las indicaciones de la fatua se están poniendo en práctica. Están obligando a los prisioneros a donar sangre y aquellos que han sido condenados a muerte son sometidos a operaciones previas a la ejecución para extraerles los órganos que se necesitan”, confirma desde Bagdad a EL MUNDO Hashem el Hashimi, un experto en seguridad que mantiene abiertas vías de comunicación con la aislada ciudad de Mosul. Según un activista local que resguardado en el anonimato relata los zarpazos del IS en la urbe iraquí, una de las primeras pruebas del tráfico fue hallada en los cadáveres de varios jóvenes detenidos y asesinados por los yihadistas a principios de febrero. Al recuperarlos, sus parientes encontraron señales de cirugía en varias partes del cuerpo. Una página de facebook dedicada a vigilar los movimientos del IS en Mosul también ha dado cuenta de que a partir del pasado agosto la organización ha efectuado intervenciones de extracción de órganos de presos confinados en el corredor de la muerte en los hospitales locales de Al Salam y Al Zahraui.
Ejecuciones a médicos
Contactado por este diario, un enfermero de una de las clínicas donde se llevan a cabo los trasplantes ha asegurado desconocer tales operaciones. “La situación en el hospital es estable. El equipamiento y las medicinas son suficientes pero nuestro mayor problema es el salario. Los sueldos están disminuyendo. No hay dinero”, se queja el sanitario que rehúsa proporcionar su nombre por miedo a represalias. Desde su llegada a la ciudad, los yihadistas han ejecutado a varias decenas de médicos tras negarse a acatar las órdenes. El desconocimiento sobre las prácticas que los escuadrones del IS cometen en el hospital podría deberse al sigilo que envuelve las intervenciones.
Así, en uno de las clínicas de la villa, los adláteres de Abu Bakr al Bagdadihan establecido un nuevo departamento de cirugía dotado con la última tecnología y al que solo tienen acceso doctores extranjeros reclutados por la organización. “La finalidad de esta sala es servir para los trasplantes”, señalan desde la citada página. Según sus pesquisas, el máximo responsable del banco de órganos es un galeno de nacionalidad alemana que “nunca abandona el hospital”. “No hemos conseguido su nombre pero reside en la segunda planta del hospital Ibn Sina junto a la sala de operaciones”, agregan.
Varones entre 20 y 35 años
exámenes médicos en al menos tres instalaciones sanitarias de Mosul. Los forenses de la ciudad encargados de examinar los cuerpos de los ajusticiados han contabilizado al menos 160 cadáveres con los torsos abiertos. En todos los casos, correspondían a varones de entre 20 y 35 años. La mayoría, además, tenía arrancados los ojos. Su trasplante no es posible pero el IS lo emplea para marcar a los acusados de espionaje. Fuentes conocedoras de las intervenciones han relatado que una flota especial de automóviles equipados con refrigeradores se encarga de transportar los órganos. “Se colocan en pequeñas neveras y los llevan a la vecina Siria o al Kurdistán”, detalla Al Hashimi, que subraya el lucrativo negocio en una coyuntura en la que las arcas del IS necesitan efectivo de un modo acuciante. “Ni Abu Musab al Zarqaui [ex líder de Al Qaeda en Irak, embrión del IS] ni Abu Omar al Bagdadi [su sucesor en la organización] permitieron la venta de los cadáveres de los infieles. Ha sido Abu Bakr al Bagdadi quien ha dado la orden de cambiar de opinión”, arguye el analista.
La fatua recoge con todo lujo de detalles el procedimiento y los posibles escenarios. “La autorización -desgrana el edicto- se aplica en los órganos que pueden ser extraídos antes y después de la muerte. Aquellos que solo pueden ser usados pre-mortem se dividen entre los que su retirada no resulta mortal y los que sí. En el primer caso no está prohibido. Tampoco lo está en el segundo porque un grupo de estudiosos islámicos ha aprobado matar al apóstata para alimentarse de su carne fresca. Este precepto cubre la extracción del cuerpo infiel de todo aquello que se precise”. Una calculada estrategia que confirma a una televisión iraquí Abu Omar al Yazaui, ex jefe de seguridad del IS detenido hace año y medio en una provincia siria. “Recuerdo haber estado en un hospital muy grande gestionado por médicos extranjeros, entre ellos egipcios, donde se recibían cadáveres a los que se extraían órganos para curar a combatientes o venderlos“, declara el reo.