San Pedro Sula.- Su tierno intercambio de miradas y un cúmulo de románticos detalles, hicieron del encuentro entre los novios la fusión más sublime y exquisita de dos almas que manifiestan el amor más puro y verdadero de la creación del eterno y único Dios.
La acogedora parroquia de Nuestra Señora de Suyapa, recibió a más de un centenar de invitados, en su mayoría familiares de los novios, todos felices por el amor de la dulce Ana Lucía Soto y Eldad Ronen. Ella de descendencia católica y él de linaje judío, cerraron sus ojos dispuestos a sellar con un beso su compromiso eterno.
Para el gran día, la novia seleccionó un ajuar de Rosa Clara de clásico corte amplio en la falda con un entalle conservador y elegante decorado en la espalda con fina pedrería a tono. El novio optó por la clásica etiqueta sobria, haciéndolo lucir como todo un caballero.
La pareja, hijos de Amnon Ronen, Ela de Ronen, Felix Soto e Ileana Rodríguez de Soto, consolidaron su amor en una ceremonia oficiada por el padre Henry Asterio Rodríguez, teniendo como padrinos de boda a Geraldina y Amilcar Romero, quienes se comprometieron a velar por el nuevo hogar.
Tras la liturgia e intercambio de votos matrimoniales, se ofreció un elegante banquete en los salones Napoleón del Centro de Convenciones del Hotel y Club Copantl, donde Susana Prieto fue la artífice de la majestuosa y cálida decoración que combinaba de forma excepcional con los cortinajes de shifon blanco y las luces led en tonos azul, tornando la atmósfera delicada con un sutil toque de glamour.
La boda Ronen-Soto, tuvo matices de las culturas religiosas católica y judía, llena de rituales significativos que simbolizan la belleza de la relación entre marido y mujer, así como las obligaciones de uno con el otro y con las raíces judaicas.
Al finalizar el tradicional vals y el emotivo brindis por la felicidad de los recién casados, como parte de los actos protocolarios de bodas en la cultura hebrea, una copa fue colocada en el suelo, y el novio la rompío con su pie, recordando así que en los momentos más felices se conmemora el sufrimiento del pueblo israelí por la destrucción del gran templo de Jerusalem.
No podía faltar en la fiesta de bodas judía el ritmo del popular y muy divertido “Hava Nagila”, mientras los novios eran “revoleados” por los aires sentados en una silla, intentando con mucha alegría, estar lo suficientemente cerca como para darse un beso.
De inmediato inició la recepción donde hubo degustaciones de variedad de manjares y licores que fueron dispuestos al servicio de los invitados, quienes además bailaron ritmos de todos los tiempos y se divirtieron hasta casi el amanecer.
Amistades y seres queridos de varias ciudades del país y el extranjero, llegaron para felicitar a Ana Lucía y Eldad Ronen, que ahora están de luna de miel, viajando en un crucero por el mediterráneo que incluye en su recorrido la tierra de sus ancestros, Israel, donde lo sagrado y lo secreto se fusionan para hacer de sus recuerdos un matrimonio celestial.
Por: Dayana Ortiz
Fotografías: Samuel Romero