viernes, noviembre 22, 2024

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Daniel Ortega se aferra al poder al estilo ‘House of Cards’

Daniel Ortega y Rosario Murillo están a punto de concretar en Nicaragua un enroque digno de ‘House of Cards’, pero en versión tropical. Como en la serie de ficción de Netflix, el presidente optó por convertir a la primera dama en su candidata a la vicepresidencia.

La reelección de Ortega, y el correspondiente ascenso de Murillo, están prácticamente garantizados en los comicios de este domingo a pesar de que la oposición no se cansa de acusar al “comandante” de querer instaurar una dinastía familiar similar a la de los Somoza, que el entonces insurgente Frente Sandinista derrocó en 1979 tras cuatro décadas en el poder.

“La lealtad de Rosario data de nuestra época en la clandestinidad”, dijo Ortega a mediados de año en un discurso con ocasión del aniversario de la revolución sandinista que encabezó. Y esa longeva lealtad ha resistido incluso las acusaciones de violación que le lanzó a su padrastro Zoilamérica, la hija de Murillo.

Ortega ha reducido sus apariciones públicas en los dos últimos años, pero hace acto de presencia a través de su “leal compañera”. La primera dama dirige la comunicación, la agenda oficial y administra el gobierno. Coordina las emergencias cuando ocurren desastres naturales e impone sus gustos en la decoración de la capital. Muchos nicaragüenses le atribuyen programas sociales que han permitido que el Partido Sandinista mantenga altos índices de popularidad.

Es muy querida entre nicaragüenses pobres y sandinistas, pero despreciada por la oposición, que ve su candidatura como un paso más en los intentos del septuagenario Ortega por aferrarse al poder.

Domina el inglés y el francés y se destaca por lucir una larga cabellera, trajes coloridos, collares, pulseras y anillos que evocan el estilo hippie de los años 60. Es “supersticiosa”, encantadora y compleja, dice su antigua compañera de lucha, la escritora nicaragüense Gioconda Belli, actualmente opositora al gobierno.

La relación de la pareja presidencial se remonta a las épocas de la revolución, cuando se ocultaban en Costa Rica, y desde entonces han forjado una turbulenta alianza. Ella ya tenía dos hijos, y después ha tenido otros siete con Ortega, quien adoptó ya adolescente a Zoilamérica. La hija mayor de Murillo, que hoy tiene 48 años, acusó públicamente a Ortega en 1998 de haber abusado sexualmente de ella cuando era apenas una niña y los sandinistas estaban a punto de derrocar a Anastasio Somoza.

Murillo apoyó a Ortega en una famosa conferencia de prensa en la que apareció acompañada de sus hijos adultos. Acusó a Zoilamérica de mentir y sufrir problemas sicológicos. Los intentos para procesar judicialmente a Ortega se toparon con una pared, debido a la inmunidad que tenía en ese entonces por ser miembro del congreso. Sólo renunció a ella hasta que el delito había prescrito.

 El rostro público de la administración

A pesar de su añeja historia, la pareja solo contrajo matrimonio en 2005. Ortega dejó el poder en 1990 y había caído derrotado en tres elecciones consecutivas, pero la boda llegó justo antes de su inesperado regreso a la presidencia en los comicios de 2006. Fue desde entonces que comenzó el verdadero ascenso de Murillo.

Como vocera del gobierno, Murillo transmite mensajes en televisión y redes sociales diariamente en los que informa en tono apacible sobre la marcha del “buen gobierno”, regaña en público a los funcionarios y lee poemas. “Está en los hogares de las personas todo el tiempo. Se ha convertido en el rostro público de la administración y pienso que eso ha ayudado inmensamente a incrementar su popularidad”, dice Christine Wade, académica de ciencias políticas del Washington College de Maryland.

Sus críticos acusan a Ortega de haber manipulado vulgarmente el sistema político para asumir gradualmente el control de todo el aparato estatal, la Policía, el Ejército y anular a potenciales opositores. Primero logró que quienes lo respaldan promovieran reformas constitucionales para poder reelegirse. Después, medidas tomadas por sus aliados en la Suprema Corte y el Consejo Supremo Electoral bloquearon a sus oponentes más fuertes y se deshicieron de casi todos los legisladores de oposición que aún formaban parte de la Asamblea Nacional.

A favor de Ortega está el consistente crecimiento económico de Nicaragua, el segundo país más pobre del hemisferio occidental. Cifras del Banco Mundial señalan que la pobreza disminuyó de 42,5% a 29,6% entre 2009 y 2014. Además, el país mantiene bajos índices de homicidio, en un momento que sus vecinos El Salvador y Honduras se ubican entre las naciones con más asesinatos.

Aunque muchos sandinistas leales olvidaron los escándalos, algunos nicaragüenses se mantienen críticos sobre Murillo. “Definitivamente hay un segmento de la población entre las mujeres, las feministas y los grupos de derechos humanos que jamás la perdonarán por la controversia en torno a Zoilamérica”, concluye Wade.

Tanto Ortega como Murillo “son maquiavélicos en el sentido de que el fin justifica los medios”, dice Belli. Una alianza que no tiene mucho que envidiarle a la de Frank y Claire Underwood.

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