ESTADOS UNIDOS. – Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego han descubierto que un medicamento utilizado para la insuficiencia cardíaca mejora los síntomas asociados con el síndrome de taquicardia ortostática postural (TOP), un trastorno complejo y debilitante que afecta el sistema nervioso autónomo del cuerpo y provoca una frecuencia cardíaca alta, generalmente al estar de pie.
En la edición en línea del ‘Journal of the American College of Cardiology’, los autores del estudio investigaron el medicamento ivabradina y sus efectos sobre la frecuencia cardíaca, la calidad de vida y los niveles de norepinefrina en plasma en personas con TOP.
La norepinefrina es una hormona del estrés y un neurotransmisor. En el plasma sanguíneo, se utiliza como medida de la actividad del sistema nervioso simpático. Los participantes del ensayo experimentaron una reducción en la frecuencia cardíaca, mejoría en sus síntomas y calidad de vida en general un mes después de tomar el medicamento.
La ivabradina es un agente novedoso que está aprobado por la FDA para la insuficiencia cardíaca, pero según su mecanismo, pensamos que podría ser útil para los pacientes con TOP, ya que reduce la frecuencia cardíaca sin afectar la presión arterial –apunta Pam Taub, cardióloga de Cardiovascular Instituto de Salud de la UC San Diego y profesora asociada de medicina en la Facultad de Medicina de UC San Diego–. Cuando podemos reducir la frecuencia cardíaca, estamos brindando a estos pacientes la capacidad de ponerse de pie, algo que antes no podían hacer sin dificultad debido a su diagnóstico de TOP”.
El estudio involucró a 22 personas con una edad media de 32 años. Cada participante había sido evaluado y reclutado en clínicas de cardiología en UC San Diego Health desde 2018 hasta 2020. Se utilizó un diseño cruzado aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo en el que los pacientes comenzaron con ivabradina o un placebo durante un mes.
Al final del mes, todos los participantes se sometieron a un período de lavado en el que no se tomó ni el fármaco ni el placebo durante una semana. Después del período de lavado, los participantes que habían recibido previamente ivabradina cambiaron a placebo y viceversa durante un mes.
En el transcurso de los dos meses, los pacientes también se reunieron con investigadores en siete visitas clínicas diferentes en las que se midieron los niveles de norepinefrina plasmática y se realizaron pruebas de inclinación de la cabeza para observar la frecuencia cardíaca del paciente cuando estaba sentado, acostado o de pie.
Antes del estudio, estos pacientes vivían con frecuencias cardíacas elevadas que oscilaban entre 100 y 115 latidos por minuto cuando estaban de pie –explica Taub–. Después de tomar ivabradina dos veces al día durante un mes, la frecuencia cardíaca de pie disminuyó significativamente a alrededor de 77 latidos por minuto en comparación con el grupo de placebo. Los participantes también informaron una mejoría en las medidas de calidad de vida cuando tomaron el medicamento”.
Los investigadores también notaron que la ivabradina se toleró bien sin efectos secundarios significativos, mientras que otros medicamentos utilizados para disminuir la frecuencia cardíaca, como los betabloqueantes, pueden causar fatiga y disminución de la presión arterial.
Taub destaca que el estudio fue el primer ensayo clínico aleatorizado que usa ivabradina para tratar este síndrome que generalmente es causado por una infección viral, trauma, cirugía o reposo en cama forzado, y afecta más comúnmente a mujeres jóvenes que son atletas o muy activas. Otros síntomas de la TOP incluyen “confusión mental”, aturdimiento, palpitaciones, temblores, debilidad, visión borrosa y fatiga.
Recientemente, ha sido identificada como un síntoma potencial de larga duración del COVID-19. “En nuestra práctica actual, estamos viendo pacientes que previamente han sido infectados con COVID-19 que presentan síntomas consistentes con TOP –asegura Jonathan Hsu, cardiólogo de la UC San Diego Health–.
Dadas las similitudes, este estudio lleva a la pregunta de si la terapia con ivabradina puede ayudar a los pacientes que experimentan síntomas similares después de una infección por COVID-19 y también proporciona un área importante para estudios futuros”.
Los autores esperan que la ivabradina se considere una posible opción de tratamiento para aquellos con un diagnóstico confirmado de POT. Actualmente, el medicamento no está aprobado por la FDA para la enfermedad y, cuando se usa clínicamente, sería un uso “no indicado en la etiqueta”.
Al igual que los pacientes con COVID-19, los pacientes con TOP deben ser seguidos de cerca –advierte Taub–. El tratamiento para este síndrome debe personalizarse para cada individuo y con este medicamento, junto con una terapia de estilo de vida, incluidos ejercicios específicos para la TOP, esperamos ver a más personas superar esta lamentable condición”.
Con información de Europa Press