viernes, noviembre 22, 2024

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Después del primer presidente negro, ¿vendrá uno respaldado por el Ku Klux Klan?

Después del primer presidente negro de la Historia de EEUU, ¿vendrá uno respaldado por el Ku Klux Klan? Donald Trump sigue imparable en su camino hacia la nominación republicana. La última encuesta de la cadena de televisión CNN le da un brutal respaldo del 49% frente al 16% de Marco Rubio -la última esperanza de los líderes del partido-, el 15% y el 10% de los candidatos de la ‘derecha religiosa’, Ted Cruz y Ben Carson, respectivamente, y el 6% del centrista John Kasich. Este martes, el Partido Republicano celebra sus primarias en 12 estados. En 11 de ellos, Trump parte como favorito. Sólo en Texas parece destinado a perder. Y, para desesperación del liderazgo republicano, a manos de Ted Cruz.

Ahora, Trump ha logrado el apoyo de un grupo condenado al ostracismo político en EEUU desde hace medio siglo: el Ku Klux Klan. Tanto la figura histórica más influyente de ese grupo, como su actual ‘lideresa’ han expresado, si no su respaldo total, sí su satisfacción con Donald Trump.

El miércoles de la semana pasada, David Duke, ex Mago (es decir, líder) del Ku Klux Klan (conocido por sus siglas KKK o, simplemente, “el Klan”), ex líder político en Louisiana, y, sobre todo, el supremacista blanco más famoso de EEUU, apoyó a Trump en su campaña para la Casa Blanca.

“Votar por esa gente [en referencia a los otros candidatos republicanos], votar contra Donald Trump en este momento es una verdadera traición a tus orígenes”, dijo Duke en su programa de radio online, que se emite a través de la web de Jeff Rense y que incluye un catálogo de estrellas de las ondas que dejarían a los personajes de ‘Muchachada Nui’ como meros aprendices del arte del esperpento si no fuera porque entre las teorías que defienden está, por poner un ejemplo, que la matanza de la escuela de Newtown, en Connecticut, en la que 20 niños de 5 y 6 años fueron asesinados en 2012, o, a una escala más grande, el Holocausto, nunca se produjeron.

El jueves, Duke trató de argumentar su decisión en un ‘post’ en el que básicamente atacaba “el supremacismo de los judíos” en los medios de comunicación y en Wall Street (aparentemente, no se dio cuenta de que estaba colgando ese mensaje sin ser censurado en una empresa llamada Facebook, propiedad de un judío llamadoMark Zuckerberg casado con una estadounidense de origen asiático, y dirigida por otra judía llamada Sheryl Sandberg).

Entonces, Trump la lio. El viernes, el empresario transformado en líder de la carrera republicana hacia la Casa Blanca se desembarazó del racista. “¿Ha pedido David Duke el voto para mí? Vale, rechazo su apoyo”, dijo, al ser preguntado por los medios de comunicación el viernes, en Texas, donde estaba celebrando una rueda de prensa

Negación

Pero el domingo, dio marcha atrás. En una entrevista con la cadena de televisión CNN, el candidato fue preguntado por el periodistaJack Tapper si “condena de forma inequívoca” las posiciones políticas de Duke, del que la web de Rense proclama que, en sus 12 años en la política, obtuvo “el 60% del voto de origen europeo” (es decir, excluidos negros, hispanos, y asiáticos) en su circunscripción en Louisiana. El empresario respondió: “A ver si me entiendes, no sé nada de David Duke, ¿vale?” Trump negó tres veces conocer a Duke, justo la persona de la que se había distanciado 48 horas antes.

Esa ignorancia es paradójica, porque en 2000, el Partido de la Reforma – una formación creada por otro multimillonario populista,Ross Perto, que en 1992 arruinó la reelección de George Bush ‘senior’ – había ofrecido a Trump el puesto de candidato a la Casa Blanca y éste lo había rechazado precisamente porque Duke estaba en esa formación. “No es compañía con la que quera estar”, escribió Trump en un artículo de Opinion en ‘The New York Tmes’.

Tres veces negó Trump a Duke. Como San Pedro a Jesucristo en el Evangelio. Y entonces el gallo cantó. Lo hizo bajo la forma de más controversia y de una acusación de Marco Rubio – segundo o tercero en las encuestas por la nominación republicana – calificando a Trump de “inelegible” tras recibir el apoyo de Duke.

Así que hoy Donald Trump ha dado, de nuevo, marcha atrás. La culpa de lo dijo el domingo es, obviamente, de la prensa. En este caso, de un fallo técnico. El ‘pinganillo’ (léase el auricular) que CNN le había dado a Trump para la entrevista del domingo no funcionaba bien. El hombre contestaba a la buena de Dios.

“Yo estaba en una casa en Florida, con un auricular muy malo. Casi no podía oír lo que decía. Oí varios grupos. No tengo ningún problema en rechazar Duke. Le había rechazado el día antes”, dijo esta mañana Trump a la cadena de televisión NBC.

Es lo que le pasó al reverendo Pat Robertson cuando su colegaJerry Falwell dijo en su programa de televisión que el 11-S había sido un castigo de Dios por la homosexualidad rampante en EEUU. “Estoy de acuerdo”, dijo Robertson. Cuando se lio la polémica (¿por qué Dios castigó a los homosexuales volando las Torres Gemelas y el Pentágono, en vez de Chelsea y Dupont Circle, que son los barrios gays de Nueva York y Washington, respectivamente?), Robertson se limitó a explicar que todo había sido debido a un problema con sus auriculares. Así que Falwell se vio condenado al ostracismo público, y Robertson mantuvo su cadena de televisión y su universidad. La semana pasada, Robertson apoyó a Donald Trump, que, como todo el mundo sabe, es una persona de una ejemplar vida cristiana.

Pero la ambigüedad de Trump – ¿quién podría imaginarse al candidato que dice las cosas claras respondiendo a preguntas que no ha podido escuchar bien? – no es compartida por el Ku Klux Klan. El diario ‘The Washington Post’ publica este lunes una entrevista aRachel Pendergraft, la coordinadora nacional del Partido de los Caballeros, es decir, del Ku Klux Klan, y miembro de una familia con una amplia tradición racista que está también inculcando a lasnuevas generaciones. En ella, Pendergraft explica que Trump está ayudando a su movimiento a difundir su mensaje, y que a los ‘caballeros del Klan’ y a sus simpatizantes “les gusta que [Trump] no trate de dar marcha atrás. Dice aquello en lo que cree y se mantienen sus posiciones”.

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