El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha anunciado este sábado un acuerdo para un alto el fuego en Siria a partir del lunes, día 12, que implicará el cese de todos los combates, y en especial del sobrevuelo de la aviación del régimen sobre posiciones de la oposición.
El anuncio fue efectuado en Ginebra junto con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con el que confirmó que ambos países procederán a ataques coordinados contra posiciones de los grupos terroristas, como el antiguo Frente al Nusra y el Estado Islámico (ISIS) en el plazo de una semana si se respeta el cese de las hostilidades.
El acuerdo de cese de hostilidades se produce después de dos semanas de intensos contactos entre las dos potencias y en vísperas de la señalada celebración musulmana del Eid el Adha, la Fiesta del Sacrificio. Después de más de nueve de horas de negociaciones en un hotel a orillas del lago Leman, ambos responsables diplomáticos comparecieron a primera de la madrugada para oficializar el entendimiento alcanzado.
“Estados Unidos y Rusia anuncian un plan que, según esperamos, permitirá reducir la violencia y abrirá la vía a una paz negociada y una transición política en Siria”, dijo Kerry ante Lavrov, quien se comprometió a que el régimen del presidente Bachar el Asad acate la tregua y participe en las conversaciones con la oposición.
El mediador de la ONU para Siria, presente en el acto, anticipó que iba a pedir autorización al Consejo de Seguridad para reanudar las negociaciones que quedaron interrumpidas en marzo por las violaciones del anterior alto el fuego alcanzado por Washington y Moscú en febrero.
Las negociaciones siempre parecen estar a punto de romperse en sus últimas fases, cuando las tácticas del póker priman sobre los protocolos diplomáticos. “Nuestra paciencia no es infinita”, había advertido a través de la agencia Reuters un alto cargo del Departamento de Estado. “Pero si hubiésemos pensado que los rusos solo pretenden ganar tiempo no habríamos vuelto a negociar”.
Tras los fiascos de la reunión del 26 de agosto de ambos jefes de la diplomacia también en Ginebra y del encuentro del pasado lunes entre los presidentes Barack Obama y Vladímir Putin en el marco de la cumbre del G20 en China, Kerry acude a la nueva cita con Lavrov en un clima de marcada desconfianza.
Desde una renovada posición de fuerza, Rusia —en nombre de sus aliados de Damasco— había planteado nuevas exigencias a EE UU —que apoya a los grupos y milicias rebeldes que se alzaron contra El Asad en 2011—, lo que retrasó la conclusión de las negociaciones. El propio Obama reconoció tras reunirse con Putin que “la desconfianza” entre las partes impedía pactar un cese de hostilidades general en Siria que permita hacer llegar ayuda humanitaria a la población.
Los principales escollos para un acuerdo han sido la suspensión de los ataques aéreos del régimen sobre ciudades controladas por la oposición, para el campo negociador ruso, y la definición de cuáles son los grupos rebeldes yihadistas —como el Estado Islámico y las filiales de Al Qaeda— que quedan excluidos de la tregua y, en consecuencia, pueden seguir siendo bombardeados, para la parte estadounidense. A pesar de los fallidos intentos de diálogo, Kerry y Lavrov habían conversado por teléfono en los últimos días para examinar los informes de los equipos técnicos diplomáticos y militares que se han seguido reuniendo en Ginebra. Washington y Moscú pretenden que el alto el fuego refleje también un mecanismo de cooperación en la lucha contra “los grupos terroristas activos en Siria” y abra la vía a la reanudación de las negociaciones de paz entre el régimen y la oposición en la sede de Naciones Unidas en la ciudad suiza.
Estados Unidos confiaba en haber cerrado el acuerdo de alto el fuego en la reunión de Obama con Putin en la cumbre del G20 en Hangzhou. El enviado del presidente para Siria, Michael Ratney, estaba tan convencido de ello que envió una carta a los responsables de la oposición para explicarles sus principales puntos, según la revista especializada en Oriente Próximo Al Monitor, que ha publicado parte del texto de la misiva. “Creemos que el acuerdo restablecerá la tregua y acabará con los ataques indiscriminados del régimen y de Rusia contra civiles y contra la oposición (…) allanando el camino hacia la reanudación de un proceso político creíble”, aseguraba Ratney.
El enviado norteamericano reconocía además que “la principal causa de preocupación para Rusia —que también preocupa a EE UU— sigue siendo la presencia de grupos extremistas como la rama de Al Qaeda en Siria”. Si se alcanza el entendimiento, concluía Ratney, “Moscú impedirá que operen los aviones del régimen, de manera que ya no habrá bombardeos sobre áreas de la oposición (…) incluidas aquellas en las que el Frente de la Conquista está presente junto a otros grupos opositores”.
El Kremlin y Damasco han esgrimido el despliegue de milicias del antiguo Frente al Nusra en Alepo para justificar sus ataques contra posiciones rebeldes. “En contrapartida”, agregaba la carta enviada a la oposición, “ofreceremos a Rusia coordinación para debilitar a Al Qaeda en Siria”.
Poco antes de que el Departamento de Estado confirmara que Kerry se iba a reunir con Lavrov, el viernes a última hora de la noche, fuentes insurgentes sirias anunciaron la muerte de altos jefes militares rebeldes durante una ofensiva aérea en la provincia de Alepo. Entre los fallecidos se hallaba el comandante del Frente de la Conquista, Abu Omar Sarakeb.
Una fuente insurgente aseguró a Reuters que las primeras informaciones apuntaban a que murió en un ataque de Estados Unidos, aunque el Pentágono afirmó que no había intervenido en la operación y se la atribuyó a la aviación rusa. Desde que el Frente al Nusra cambió de denominación y renunció a su vasallaje a Al Qaeda, el pasado mes de julio, no se habían registrado bombardeos norteamericanos contra sus combatientes yihadistas.