“Hay un gran mundo ahí fuera, muy rico, que se están perdiendo por la imposibilidad de comunicarse y de comprender al otro. No les nieguen esa oportunidad a sus hijos. Se lo agradecerán en el futuro”. Son las claras palabras de Xu Nan, profesora de chino en el colegio Ramón y Cajal de Madrid, donde se imparte este idioma desde hace siete años. No es el único en apostar por la lengua asiática. Andalucía fue la primera CCAA en dar chino como asignatura extraescolar en los colegios públicos y la iniciativa fue un éxito. Ahora, cada vez más centros en España -tanto privados y concertados como públicos- incluyen el chino en su oferta lectiva. Incluso hay guarderías que también comienzan a enseñar algunos sonidos e ideogramas chinos.
Parece que España empieza a perderle el miedo al idioma más hablado del mundo, que practican y entienden más de 1.200 millones de personas en el globo, muy por encima del español -el segundo más hablado- y del inglés -el tercero-. Según los datos ofrecidos a EL MUNDO por la Cámara de Comercio Hispano China, “el incremento de academias para aprender chino en España se ha multiplicado por 40 en los últimos cinco años. Las hay en todas las ciudades, tanto gestionadas por españoles como por nativos”.
¿A qué se debe este mayor interés por el idioma? Desde la Cámara lo tienen claro. “Creemos que tiene que ver, fundamentalmente, con el crecimiento económico que ha experimentado China. La gente ha identificado que es un idioma de futuro y quiere aprenderlo y, sobre todo, que sus hijos lo aprendan”. Además, también es importante el mayor interés que China ha mostrado en España. Lo corroboran datos como que las empresas chinas invirtieron en nuestro país un 57% más en 2015 que el año anterior, convirtiéndola en la tercera economía de la Unión Europea preferida por los chinos para realizar grandes inversiones.
Los colegios SEK fueron pioneros a la hora de incluir el chino en las aulas, cosa que hicieron hace nueve años. María Cruz Lagar, directora del Colegio Internacional SEK Ciudalcampo, explica que “cuanto más pequeños son los niños, mejor para empezar a aprender cualquier idioma, también el chino. Lo ideal es comenzar a escuchar sonidos antes de cumplir un año y comenzar en infantil a trabajar en esta lengua al menos dos días a la semana”.
“Nos dimos cuenta de que se estaba repitiendo lo que pasó con nuestra generación en los años 60, que estudiamos francés y no inglés. Eran pocos los que aprendían entonces el idioma de Shakespeare, eran los raritos, pero luego resultó que les fue más útil. Pues ahora un alumno, que ya sale de nuestro colegio con un buen nivel de inglés, si además sale con conocimiento de chino va a tener una ventaja competitiva en el mundo laboral muy interesante”, afirma a este periódico el director del Ramón y Cajal, Mariano Sanz Montesa. “¿Van a vivir del chino nuestros alumnos? Pues no lo sé, como tampoco sé si vivirán de las matemáticas o la literatura. Cada uno tomará luego su camino, pero saldrán preparados para lo que elijan”, añade. Esa preparación incluye dos horas semanales de chino durante 14 años. “Así que tendrán un nivel bastante interesante y adecuado cuando salgan de aquí”, reconoce.
De los caracteres a los sonidos
En lo que coinciden casi todos los que no son nativos es en que lo más difícil de aprender chino (el mandarín, que es el más extendido) son los caracteres -que hay que memorizar- y lo más fácil “la gramática, que es casi inexistente”. Pero Xu Nan desmitifica el terror a los caracteres chinos. “Para los principiantes sí es lo más difícil y puede abrumar un poco al comienzo de todo, pero luego, se descubren las reglas para memorizar y es mucho más sencillo”, aclara.
Está de acuerdo con ella Irene, que aprendió chino de supervivencia por necesidad cuando en 2008 su empresa la destinó a Pekín. “Una vez que llegué allí me di cuenta de que o sabía chino o estaba perdida, porque no podía ni coger un taxi. No sabía ni hacer la compra en el supermercado o preguntar por una dirección…” Entonces Irene decidió olvidarse al principio de los caracteres y centrarse en hablar. “Aprendí lo básico para comunicarme y desenvolverme”. Luego, cuando regresó, no quiso olvidarse de lo aprendido y se apuntó a clases -tiene un nivel tres, de seis totales-, donde ya “me puse las pilas con los caracteres”. Así se dio cuenta de que cuesta más avanzar, aprendes más lento, pero “se te quedan mejor las cosas y el significado”, admite. Lo que no sabe y no cree que aprenda es a “escribir”, porque “con las tecnologías actuales y sabiendo leer no es necesario”, cuenta.
Es cierto que “es uno de los idiomas más difíciles”, reconocen desde la Cámara de Comercio Hispano China. Pero también es cierto “que es un idioma fundamental para el futuro”, agregan. Entre los aspectos más complicados, Irene destaca “la dificultad de los tonos. Se tarda bastante en empezar a hablar y entender. Sobre todo por los tonos y porque hay muchas palabras que son monosílabas y tienen como doscientas milchés que se pronuncian de forma distinta y significan cosas diferentes”, recuerda.
Mariano Sanz da con otra de las claves del aprendizaje del chino en España. “Como es un fenómeno bastante nuevo y el 99% de los españoles no sabemos chino, los padres no pueden ayudar a sus hijos en el aprendizaje ni saben bien cómo están evolucionando. Pero sí que lo ven cuando entran a comprar algo al bazar chino del barrio y el chaval cruza cuatro palabrejas con el vendedor. Ahí es cuando descubren que lo están haciendo bien”, dice.
Para la Cámara de Comercio, “si los ciudadanos españoles ya están animados a estudiar el idioma, no hay quien les frene. Cuando se empieza a estudiar chino es para toda la vida porque ni siquiera los chinos saben todos hablar bien (y no es broma)”.