Éder ejercía como delantero estrella del Sporting Braga hasta que fue adquirido por el Swansea galés y de ahí saltó al Lille francés, donde ha terminado por explotar. Pero su verdadero estrellato le acaba de llegar al convertirse en el héroe de Portugal por haber marcado el gol de la victoria ante Francia en la final de la Eurocopa.
Cristiano Ronaldo, lesionado en la banda, le susurró al oído: «Tú vas a marcar el tanto ganador»… y su predicción se cumplió. Todo parece, pues, un cuento de hadas en la carrera carrera futbolística de este jugador espigado (mide 1,88) nacido en la ex colonia lusa de Guinea Bissau.
Pero nada más lejos de la realidad, como acaba de confesar él mismo a sus 28 años. El drama de su secreto da fe de lo dura que ha sido su vida, muy lejos de un camino de rosas.
Como consecuencia, se le metió en la cabeza que debía eliminarla y la estranguló con el volante de su automóvil. Éder contaba sólo 12 años, de modo que semejante crimen ha marcado su devenir. Va a visitar a su padre siempre que tiene ocasión y ahora manifiesta su deseo de hacer efectiva una cláusula de su condena que le faculta para solicitar la libertad condicional si acredita 16 años de buen comportamiento entre rejas.
Le quedan menos de dos para atisbar tal día, verdadera meta para la que no duda en ahorrar gran parte del dinero que gana. Es, por tanto, un héroe que carga con una tragedia a sus espaldas. «Mi padre está preso desde que yo pasé de la niñez a la adolescencia. Mi madrastra murió y le acusaron a él», rememora hoy con gran dolor.
Al parecer, el asesinato sucedió con posterioridad a una de las habituales escenas de celos que Filomeno le montó a Domingas. La pesadilla no terminó con el estrangulamiento, sino que el hombre acabó por arrojar el cadáver al río Bure, en el condado británico de Norfolk.
La rocambolesca historia llegó a su desenlace cuando varios turistas que recorrían la zona en un crucero fluvial avistaron el cuerpo sin vida sobre las aguas. Pero su vida quedó sellada por las graves dificultades cuando no era más que un bebé. Sus padres sufrían unos acusados problemas económicos y lo enviaron a Portugal a los tres años.
Vivió en un centro tutelar de menores de Coimbra regentado por sacerdotes. Y ya comenzó a despuntar en la práctica del fútbol, que arrancó en el Académica. Las circunstancias explican y justifican, por tanto, el carácter errático de la trayectoria de «Éderzito», como le llaman cariñosamente sus compañeros. Obstáculo tras obstáculo, ha ido superando toda la serie de adversidades hasta medirse de tú a tú con los CR7, Nani o Quaresma.
Sus lágrimas en París cobran ahora una nueva dimensión, al hilo de sus revelaciones. También se acordó, por cierto, de una mujer que ha logrado dar la vuelta a su complejo de inferioridad y a su dispersión mental. Sí, porque dijo él mismo que no habría marcar ese gol en la final con tanta seguridad de no haber sido por la perseverante labor de Susana Rodrigues Torres, su entrenadora personal.
A ella le dedicó el acceso a la gloria, fraguado cuando sustituyó a Renato Sanches 11 minutos antes del pitido final. Sí, a esta ex banquera que no dudó en dejar atrás su monótona existencia en la oficina para comprender que una persona tan problemática como Éder necesitaba una dedicación completa.
Le habían criticado de forma reiterada por su irregularidad y él respondió caballeroso en su regreso a Portugal: «No guardo rencor a nadie».