Fragmentos de un meteorito que cayó a la Tierra hace una década proporcionaron evidencia convincente de que un planeta perdido merodeó una vez nuestro Sistema Solar, indicó un estudio publicado el martes.
Científicos de Suiza, Francia y Alemania examinaron diamantes hallados dentro del meteorito Almahata Sitta y concluyeron que lo más probable es que se hayan formado por un protoplaneta hace al menos 4.550 millones de años.
Las piedras extraídas del cuerpo, que se estrelló en el desierto de Nubia en Sudán en octubre del 2008, tienen diminutos cristales dentro de ellas, cuya formación habría requerido una gran presión, dijo uno de los autores del estudio, Philippe Gillet.
“Demostramos que esos diamantes grandes no pueden ser resultado de choque, sino de un crecimiento que ha ocurrido dentro de un planeta”, comentó Gillet a AP en una entrevista telefónica desde Suiza.
Gillet, científico planetario en el Instituto Federal de Tecnología en la ciudad de Lausana, Suiza, dijo que los científicos calculan que una presión de 200.000 bar sería necesaria para formar ese tipo de diamantes. Según sus estimaciones, el misterioso planeta era tan grande como Mercurio, e incluso tan grande como Marte.
Los científicos han teorizado desde hace tiempo que al comienzo, el sistema solar tenía muchos planetas, algunos de los cuales eran poco más que una masa de magma. Se piensa que uno de esos planetas embrionarios, Theia, se estrelló contra la joven Tierra, y que los restos arrojados por la colisión formaron la Luna.
“Lo que decimos en el estudio”, explicó Gillet, “es que tenemos en nuestro poder los restos de esa primera generación de planetas que han desaparecido porque fueron destruidos o se incorporaron a planetas mayores”.
Addi Bischoff, un experto en meteoritos en la Universidad de Muenster, Alemania, que no fue parte del estudio, dijo que los métodos usados para el mismo eran sólidos y la conclusión plausible. Pero agregó que hay que esperar a que se encuentre más evidencia de alta presión sostenida en los minerales alrededor de los diamantes.
El estudio fue publicado en la revista Nature Communications.
Con información de AP