Se trata de un vestido largo de tirantes de estética lencera, con escote cargado de pedrería dorada y tejido de satén. Sobre él una espectacular capa a modo de segundo vestido, transparente y cuajada de cristales de Swarovski. El look confirió a la primera dama de EE.UU. una imagen casi etérea, atípica en una mujer que siempre ha demostrado su gusto por las telas gruesas y los colores vivos.
Una de las primeras en felicitar a Michelle Obama fue la modelo rusa Irina Shayk, quien desde las redes sociales aplaudió su decisión de vestir con tan emblemática firma europea. Desde su llegada a la Casa Blanca, en 2008, la primera dama siempre ha mostrado su querencia por diseñadores afincados en EE.UU., como Carolina Herrera o Narciso Rodríguez.