viernes, noviembre 22, 2024

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Entre la necesidad y el ingenio, la bici vuelve a la moda en Cuba

Cárdenas, Cuba. – Símbolo de los años de crisis que aún despiertan aversión, las bicicletas están regresando gradualmente a la moda en Cuba, bajo el impulso de turistas y cubanos a menudo desalentados por la falta de transporte público.

Bienvenidos a la meca cubana de la bici. A la entrada de Cárdenas, una ciudad de 120.000 habitantes que bordea la costa norte, ubicada unos 150 km al este de La Habana, una imponente bicicleta de hierro forjado recibe al visitante.

Por las calles de esta ciudad de obreros y relieve llano, las dos ruedas forman legiones: algunas son de montaña, un puñado modernas de paseo, y la mayoría tienen piezas destartaladas y oxidadas.

Bajo un ardiente sol tropical, con sus pies sobre el eje desnudo de los pedales y un manubrio desprovisto de asas, Osvaldo suda la gota gorda sobre su MB3 soviética con frenos de pedal.

“En Cárdenas todo el mundo anda en bicicleta, aquí es cultura. (La uso para) moverme y tirarle todo lo que pueda arriba”, explica este informático de 45 años, mientras detalla las partes de su bici, todas compradas de segunda mano excepto los neumáticos.

Entre los modelos antiguos que llaman la atención dominan los chinos “Forever” y “Flying Pigeon”, que inundaron la isla durante la época de penurias de los años 1990. También hay MB3 plegables de los 1980 y, en menor medida, las estadounidenses “Schwinn” de la década del 1950.

A mediados de los 1990, Cuba se lanzó a fabricar su propio modelo, la “Minerva”.

“Salían malas. Se partían los tenedores, había que reírse, porque cuando se partía el tenedor (horquilla), se iba de cabeza uno”, recuerda Lázaro Pereira, que trabaja como reparador de bicicletas en Cárdenas.

Además, precisa este ex mecánico industrial de 43 años, “la bicicleta viene para una sola persona y nosotros queremos montarle cuatro”.

En la isla, buena parte de las bicicletas son “mejoradas” y equipadas con asientos de madera adicionales o cestas de todo tipo. Algunos incluso les adaptan motores pequeños de cortacésped, un riesgo sobre todo si los frenos están defectuosos.

Cuando los sillines se agrietan con el paso de los años, se pueden arreglar con madera, espuma y plástico. Los más afortunados encargan a un tapicero una nueva estructura de metal sin muelles, forrada de esponja envuelta en vinilo y ya está.

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