Disturbios y enfrentamientos se producían este jueves en Francia durante las huelgas y manifestaciones convocadas en todo el país contra un proyecto de reforma laboral del gobierno socialista, iniciativa acusada de facilitar la precariedad.
A media jornada, una decena de personas habían sido detenidas en París, en Nantes y Rennes (oeste) en enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. El presidente francés François Hollande y su gobierno afrontan este movimiento social un día después de haber sufrido un duro revés político con el abandono de otro proyecto, en este caso de reforma constitucional.
El texto de la reforma laboral, considerado demasiado ‘liberal’ por los sindicatos de trabajadores y de estudiantes, ya ha sido enmendado antes de que sea debatido en el parlamento. Aunque algunos sindicatos reformistas han aceptado algunas enmiendas, otros, más radicales, piden la retirada del proyecto completo y convocaron estas huelgas y manifestaciones en todo el país.
Los estudiantes de secundaria, muy activos en precedentes jornadas de protesta, están entre los principales detractores ya que temen que el proyecto generalice la precariedad laboral. Varias decenas de escuelas estaban bloqueadas el jueves por la mañana por estudiantes, y otras fueron cerradas para evitar “desbordamientos” Miles de personas ya se manifestaban en las calles, con pancartas en las que se podía leer: “No toques mi código (laboral)” o “1916: carne de cañón – 2016: carne de patrón”, en alusion a la primera guerra mundial y al centenario de la sangrienta batlla de Verdún, hace algunas semanas.
A media jornada, las primeras manifestaciones eran nutridas, con 20.000 manifestantes en Toulouse (sudoeste) según la policía, 6.000 en Rouen (noroeste) , 7.000 en Grenoble (este), o 5.000 en Clermont-Ferrand (centro). La ministra de Trabajo, Myriam El Khomri, reiteró que “comprendía las preocupaciones de los jóvenes” pero defendió una “ley necesaria y justa”. De ninguna manera se va a retirar esta reforma “inteligente, audaz y necesaria”, declaró el jueves el primer ministro socialista Manuel Valls.
Las huelgas afectan sobre todo a los transportes (metro, trenes) mientras que el transporte aéreo también está ligeramente perturbado por una huelga de controladores aéreos. La emblemática Torre Eiffel de París permanecerá cerrada el jueves debido a las protestas, según la compañía que gestiona el monumento.
Más de 200 desfiles y manifestaciones están previstos en toda Francia. El 9 de marzo otra jornada similar congregó en todo el país a más de 200.000 manifestantes (450.000 según los organizadores). Decenas de miles de jóvenes y empleados también se manifestaron el 24 de marzo contra este proyecto, que ha sido presentado como la gran reforma del final de mandato de cinco años (2012-2017) del presidente socialista François Hollande.
Mayor flexibilidad
La reforma prevé mayor flexibilidad en el mercado de trabajo, en un país donde el desempleo es superior al 10% y en el que las pequeñas y medianas empresas dudan en contratar personal debido a lo que consideran rigideces legales. Además apunta a permitir un mayor margen de negociación en el seno de las empresas, en especial sobre la duración del tiempo de trabajo, y clarificar las normas sobre despidos por motivos económicos.
Ante las protestas de los sindicatos y a pesar de las críticas de las organizaciones patronales, el gobierno renunció finalmente a las medidas más criticadas, como la instauración de un máximo de indemnización en caso de despido abusivo. La magnitud de la movilización servirá de test para el gobierno socialista y para el presidente Hollande, muy fragilizados por la hostilidad de parte de los electores de izquierda ante esta reforma, cuando solo quedan 13 meses para la elección presidencial en 2017.
Esta jornada de protesta se produce poco después de que el jefe de Estado francés sufriera un humillante revés político. Por falta de consenso político, Hollande se vio obligado a enterrar el miércoles una reforma constitucional que había anunciado tras los atentados de París en noviembre. El texto fracasó debido a una medida muy polémica la retirada de la nacionalidad a los binacionales condenados por crímenes terroristas, que el presidente francés quería inscribir en la Constitución.
Este revés político, el más grave sufrido por Hollande en cuatro años de presidencia, hipoteca aún más sus posibilidades de ser reelegido en 2017 para un segundo mandato. Según un sondeo Ipsos-Sopra Steria, publicado el miércoles, Hollande sería eliminado ya en la primera vuelta de la elección presidencial, sea quien fuere su adversario de derecha.