San Pedro Sula.- Su complicidad, la predisposición de los invitados, los detalles cuidados, la puesta en escena de la ceremonia, y el amor incondicional entre Nathan y Julia, hicieron de su mágico enlace la manera más genuina de sellar su amor luego de 24 años compartiendo su vida ¡Prueba evidente de que aunque pase el tiempo, una boda puede ser tan auténtica y especial como se quiera! Al punto que las fascinantes fotografías de preboda robaron el corazón y la admiración de todos.
Después de tantos años compartiendo cada salida y puesta de sol, Nathan y Julia decidieron dar el gran paso en una boda íntima y llena de romanticismo, donde la presencia de sus cuatro hijos resultó ser la más especial para la pareja, que acompañada de familiares y sus más íntimas amistades, se dieron el “Sí, quiero” en una boda alejada de convencionalismos, en la que el valor del amor y la familia cobró un significado incomparable.
El Hotel Intercontinental –y más concretamente, los salones Real– fueron el escenario escogido por la pareja para celebrar su mágico enlace eclesiástico, puesto que hace 24 años unieron sus vidas por lo civil, a la espera del momento oportuno para sellar su compromiso ¡y el momento llegó! Ese primer, gran y último amor dejó un brillo de felicidad en los ojos de los protagonistas de esta historia.
¿El resultado de tanto esfuerzo, cariño y dedicación? Un recuerdo absolutamente perfecto, envuelto en una singularidad y esencia únicas, y en plena armonía con el escenario que los rodeaba. Como coprotagonistas indiscutibles del enlace, los 4 hijos de la pareja, Irma, Sara, Angie y Emil, se convirtieron en sus mejores acompañantes. Luciendo impecables en su papel, llegando a emocionarse incluso más que la pareja.
Los novios, por su parte, lucieron increíbles. Julia apostó por un vestido diseñado con un fondo de seda en color champaña, revestido de encaje rebordado blanco y corte asirenado, el ideal para una boda de estas características. Sencillo pero absolutamente mágico, el look de la novia cautivó por completo. En cuanto al cabello, se decantó por un recogido desenfadado complementado con un tocado muy discreto y su velo catedral. A todo ello se sumó el precioso ramo de rosas nude que le dio el toque de glamour a su outfit nupcial. Nathan escogió un clásico traje en azul navy con una corbata de tonalidades contrastantes; una imagen fresca y diferente.
Sin duda, el ambiente íntimo cargado de alegría y complicidad, sirvieron para emocionar a todos los presentes: amigos y familiares más allegados. De todo ello fue testigo Farah La Revista, consiguiendo retratar a la perfección en cada una de sus capturas, la magia de la gran noche que vivieron Nathan Deras y Julia Rivera.
Por: Dayana Ortiz
Fotografías: Samuel Romero