Tai Ing-wen, del independentista Partido Demócrata Progresista (PDP), se convirtió hoy en la primera mujer presidenta de Taiwán, con un mensaje de mayor autonomía frente a China y de reforma social y económica, ante los ojos atentos de Pekín y del mundo.
El fantasma del deterioro de los lazos con Pekín y sus posibles consecuencias negativas sobre la isla y 15 meses de bajas en las exportaciones pesan sobre el ánimo de los isleños, cuando se pone fin a 8 años de gobiernos del Partido Kuomintang (KMT), amigable con China, y promotor de un acercamiento a Pekín.
Poco después de la toma de posesión de Tsai tuvo lugar la del nuevo Gobierno, encabezado por el primer ministro Li Chuan, y que ha sido calificado por la prensa como “tradicional, masculino y viejo”, por incluir a funcionarios ligados al hasta ahora gobernante Partido Kuomintang, escasas mujeres y una edad media de 62 años.
Tsai pronunciará a las 03:10 GMT su discurso de investidura, en el que se espera que anuncie los principales objetivos de su mandato, tanto a nivel interno como, especialmente, su política hacia China.
Mientras que lo que más preocupa a los taiwaneses es la capacidad del nuevo liderazgo para reactivar la economía, el mundo observa la reacción del gigante asiático, que considera a Taiwán parte de su territorio y está molesto ante la postura soberanista de la nueva presidenta.
Con respecto a las posibles represalias de China, Li espera que Pekín adopte una postura gradual, “castigando” a la isla en puntos concretos y esperando las reacciones del nuevo gobierno, para reajustar sus medidas.
“China no jugará todas sus cartas a la vez, no lanzará un castigo masivo, ni en el ámbito diplomático, arrebatando todos los aliados, ni en el económico, eliminando la llegada de turistas, ni en el político, rompiendo todos los lazos”, señaló Li.
“Taiwán perderá aliados si Tsai no acepta que Taiwán es parte de China”, dijo a Efe, en Taipei, un destacado académico chino especializado en Latinoamérica que prefiere el anonimato.