El agua tóxica de Flint (Michigan, EEUU) es un ejemplo de lo que puede ocurrir en todo el país si no se toman medidas urgentes debido a la dejadez en la renovación de tuberías del sistema de abastecimiento que, en muchos casos, tienen más de un siglo de antigüedad.
En la localidad, algunas de las líneas de suministro de agua, concretamente las que unen las viviendas con el resto del sistema, se instalaron entre 1901 y 1920. Al igual que en otros muchos municipios en todo país, las cañerías están hechas de plomo, y ello contribuye a la contaminación del agua, con graves efectos para la salud. El río Flint, que es el que abastece de agua a los habitantes de la región, posee un agua muy corrosiva, lo que acelera el envejecimiento de las cañerías, provocando que el agua tenga altos niveles de metales pesados, que en altas dosis pueden llegar a causar la muerte.
Entre 6.000 y 12.000 niños han utilizado agua potable con altos niveles de plomo en Flint. En 2013, la cantidad de este metal dañino para la salud en el agua era de un 2,5%, tan solo dos años después ha aumentado alcanzando el 5%.
Según explica Mae Wu, abogada del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, en inglés), el caso de Flint no es aislado y EEUU se enfrenta a un problema a “escala nacional”. Además, declara que la insalubridad del agua no sólo debe temerse en lo relativo a la contaminación por metales pesados, sino también a la contaminación bacteriológica derivada de las numerosas filtraciones en las tuberías, que también pueden terminar en cortes generales del suministro.
Según datos aportados por la Asociación Estadounidense de Ingenieros Civiles, EEUU tiene cerca de 170.000 sistemas públicos de agua potable, de los cuales 54.000 son sistemas de agua que sirven a más de 264 millones de personas.
“Algunas tuberías se remontan a la época de la Guerra Civil (1861-1865) y, a menudo, no se examinan hasta que hay un problema o una filtración importante de agua. Estas filtraciones son cada vez más comunes, ya que se calcula que hay 240.000 roturas de tuberías de agua al año en Estados Unidos”, agregan desde la organización.
“El caso de Flint ha alarmado sobre la importancia del problema”, dice Wu, ante la visita a la localidad del presidente de EEUU, Barack Obama. La experta indica que los gobiernos locales y estatales tienen la capacidad de identificar los sistemas más afectados por el paso del tiempo, mientras que el Congreso federal puede proporcionar a los estados más financiación para la renovación de cañerías, un proceso largo y caro.
“Quiero que todo el mundo en Flint sepa que deben hacer examinar a sus hijos”, dijo Obama durante la visita.
Cuando le preguntaron si el vaso de agua que tenía enfrente era de Flint, aprovechó la oportunidad para demostrar que el agua filtrada era potable. “No soy de hacer este tipo de cosas, pero aquí vamos”, dijo antes de beber un sorbo. “Esto les confirma lo que sabemos científicamente”. “Los filtros están disponibles para todos en la ciudad”, indicó el mandatario.
En los próximos 20 años, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) estima que el costo total de la renovación de las tuberías de agua y plantas de tratamiento será de alrededor de 384.000 millones de dólares, aunque la Asociación Estadounidense de Trabajadores del Agua (AWWA, en sus siglas en inglés) cree que será mayor. Valoran el gasto en un billón de dólares durante los próximos 25 años.
Ante esta situación, los efectos del cambio climático no ayudan. En EEUU están provocando grandes periodos de sequía en ciertos estados, como California, Arizona o Colorado.