Si Zinedine Zidane quiere comenzar hoy la semifinal en paz con su homólogo del América, que no se acerque a saludarle antes del partido. Que no se le ocurra, si no quiere un mar de aspavientos y palabras gruesas. Ricardo La Volpe no entiende ni de amigos ni rivales cuando se trata de preservar sus manías. En la liga mexicana saben bien que tiene prohibido a sus colegas que le tiendan la mano al salir de los vestuarios, en el clásico gesto protocolario que hasta los más enconados adversarios cumplieron históricamente (ni Mourinho y Guardiola se lo saltaban en mitad de su guerra, a pesar de todo).
Hace unos meses, Miguel Herrera, entrenador de Xolos de Tijuana y compadre de La Volpe, se acercó antes del inicio del choque a desearle buena suerte y casi llegan a las manos. «Viniste y sabes que no me gusta, que trae mal fario», gritaba enfurecido a su viejo amigo mientras se abalanzaba a por él, en tremenda zapatiesta organizada entre los banquillos. Esta temporada, cuando sus equipos volvieron a enfrentarse, Herrera ni miró hacia la derecha, por si acaso. Este jueves saldrá al campo más tarde que Zidane para evitarle. Y el francés ya está advertido.
La Volpe es todo un personaje en el fútbol mexicano y el rostro más reconocible internacionalmente del América, el rival del Madrid hoy en Yokohama. Argentino de 64 años y portero suplente de la albiceleste campeona del mundo en el 78, ha desarrollado la mayor parte de su carrera como entrenador en México, donde llegó a dirigir a la selección. En su país tuvo una mala experiencia en Boca Juniors, en 2006, tras hacerse cargo del equipo animado por la prensa y el propio Diego Armando Maradona.
La misión parecía sencilla, con el equipo xeneize -imparable por entonces, ganador de los último cinco torneos que había disputado- líder con cinco puntos de ventaja a falta de dos jornadas. Al marcharse Alfio Basile a la selección argentina, La Volpe aceptó el puesto sin demasiado entusiasmo. Sus reticencias estaban fundadas. Boca perdió los dos últimos partidos y también el desempate ante Estudiantes. Adiós al título y renuncia inmediata del técnico. «Había jugadores que no querían ganar», aseguró años después, sin entrar en más detalles.
Aterriza en Japón en buen momento, con el América en la final del apertura mexicano y el alivio de haber sido declarado inocente de la acusación de acoso a una empleada del Chivas, club que dirigía en 2014. La Volpe siempre vinculó el feo asunto, convertido en escándalo mediático en el país, a su mala relación con el dueño del equipo. «Gracias a todos los que confiaron en mí. Se acabó una pesadilla orquestada. Ahora a pensar sólo en fútbol», dijo antes de despegar hacia el Mundialito.
Movimientos del fútbol americano
El volcánico entrenador argentino, el Bigotón le llaman por su importante mostacho, se declara un apasionado de las jugadas a balón parado, de ahí su interés en Sergio Ramos, el salvador blanco en las últimos encuentros. La Volpe ha estudiado otros deportes, como el fútbol americano, para preparar movimientos de desmarque y bloqueo en el área. «Lo ideal es lanzar a cinco jugadores corriendo en direcciones distintas; es imposible que así los marquen al hombre», explicaba en una entrevista en Olé.
En su ideario futbolístico destaca una original idea: equipos con 10. Cree que así habría más espacios y el juego sería más fluido. Que ganaría el espectáculo. «Ese cambio evitaría que los equipos se encierren en su campo. A los que no proponen, que esperan, tratan de ser molestos para el rival y esas estupideces que escucho, les pregunto qué pasaría si a ellos no los atacaran. Tirar la pelota para arriba y apelar a ganar los rebotes es una antigüedad.
Me pongo a llorar cuando lo veo», dice este técnico de expresivas formas, capaz de subir a los jugadores de la selección de México a unas pirámides aztecas para que se bañaran en energía positiva. «Con la sangre y la camiseta no se gana. Hay que jugar con inteligencia», recordó en la víspera de la semifinal del Mundialito.