La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, dijo el miércoles que está decidida a “luchar hasta el último minuto del segundo tiempo” para salvar su mandato, amenazado por un juicio de destitución en el Congreso.
En una entrevista con varios grandes medios brasileños, la mandataria, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), anunció además que en caso de salir airosa de la votación del próximo domingo en la Cámara de Diputados propondrá “un pacto” a todas las fuerzas políticas, en el cual no habrá “vencedores ni vencidos”.
Pero a la exguerrillera que desafió a sus torturadores durante el régimen militar (1964-85) no parece impresionarle el juego duro y no está dispuesta a dar el brazo a torcer. “El gobierno luchará hasta el último minuto del segundo tiempo por algo que creemos factible, que es derrotar a esta tentativa de golpe que están intentando hacernos con un informe que es un fraude”, declaró, en referencia al documento aprobado por una comisión parlamentaria que recomienda abrirle un juicio de destitución.
Rousseff no descartó interponer un recurso judicial ante la corte suprema, en caso de que la moción de impeachment sea aprobada por los diputados. “No garantizo que no lo hagamos. No sabemos si lo haremos, y si lo hacemos, en qué momento”, afirmó.
Se va otro apoyo político
De otra parte, el Partido Social Democrático (PSD), que lidera el ministro de Ciudades, Gilberto Kassab, anunció este miércoles que la mayoría de sus diputados se ha manifestado a favor de una posible destitución de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
El asunto fue tratado durante una reunión del grupo del PSD en la Cámara baja, cuando solo faltan dos días para que el pleno de los Diputados inicie unas sesiones en las que decidirá si el proceso contra la mandataria debe llegar al Senado, que tendrá la última palabra sobre la apertura de un juicio político.
“Una amplia mayoría de los diputados del PSD está a favor del proceso”, declaró tras la reunión el jefe del grupo de esa formación en la Cámara baja, Rogério Rosso. El diputado no aclaró si el partido respetará la decisión de esa mayoría, pero dio a entender que lo más probable es que se libere a cada uno de los 38 diputados del PSD para que vote de acuerdo “a su propio pensamiento”.
Según calcula la prensa local, al menos 31 de los 38 diputados del PSD pudiera inclinarse por respaldar el proceso contra Rousseff, cuya base de apoyo en el Parlamento ha menguado a medida que se ha profundizado la crisis política.
El martes, Rousseff fue abandonada por el Partido Progresista (PP), que tiene la cuarta minoría en la Cámara de Diputados y se decantó también por votar a favor de que responda a un juicio con miras a su destitución. El PP, con 49 diputados, siguió el camino trazado por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), primera minoría con 68 escaños y que ya se apartó del Gobierno.
La segunda minoría es del Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff, que suma 58 diputados, pero la tercera es del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con 50, lo que significa que de las cuatro grandes fuerza en la Cámara baja la mandataria solo cuenta con una. Antes, ya habían abandonado el Gobierno los partidos Republicano Brasileño (PRB) y el Laborista Brasileño (PTB), que en conjunto suman 40 diputados.
Aún cuando algunos de los diputados de esas formaciones voten a favor de Rousseff, esos partidos engrosarán las fuerzas favorables al proceso contra Rousseff, que necesitan 342 de los 513 votos posibles en la Cámara baja para que el trámite llegue al Senado. En ese extremo, los 81 miembros del Senado decidirán, por mayoría simple, si efectivamente será iniciado el juicio político contra la mandataria.
Si así fuera, Rousseff se tendría que separar del cargo durante los 180 días que tendrá el Senado para realizar el juicio y en ese período debería ser sustituida por el vicepresidente Michel Temer, del PMDB, primero en la línea de sucesión y también bajo la amenaza de un juicio político.