Luiz Inácio “Lula” da Silva tomó juramento este 1 de enero como presidente de Brasil. Con 77 años, el político recibe las riendas del país en medio de una ceremonia con representantes de todo el mundo y en la cual inaugura los cuatro años de su tercer mandato.
Lula fue recibido este domingo en el Parlamento. Allí tomó el juramento constitucional frente a todo el poder político nacional y representantes de medio centenar de países.
El ahora presidente de Brasil se dirigió a los congresistas y al pueblo. “Es la tercera vez que comparezco ante este Parlamento para agradecer al pueblo brasileño”, comenzó asegurando.
El izquierdista afirmó que la “democracia triunfó” en las elecciones presidenciales. Unas que, según dijo Lula, llegaron después de una enorme campaña de desacreditación y de mentiras por parte de su rival, Jair Bolsonaro, y sus seguidores.
“A pesar de todo, la decisión de las urnas prevaleció gracias a un sistema electoral internacionalmente reconocido por su eficacia”, señaló.
El mandatario aseguró que tendrá que volver a uno de sus principales compromisos de vida: Luchar para que cada brasileño tenga tres comidas al día. Señaló que el regreso del hambre en el país es “una muestra de la devastación de Brasil.”
Para ello, el izquierdista se refirió a uno de sus programas más importantes, “Bolsa Familia”. Lula aseguró que será “será más amplia y más justa” y que se implementará para rescatar a millones del hambre y de la pobreza.
Por otro lado, se refirió al “frente amplio” que lo llevó al poder. Así, dijo que entendió que debe gobernar en consonancia con este que se formó para “luchar contra el autoritarismo”.
“No tenemos ningún ánimo de revancha frente a los que quisieron destruir la nación”, sentenció.
El presidente prometió una permanente subida del salario mínimo y acabar con el “desastroso aumento de las filas del desempleo”.
Posteriormente señaló que “Brasil es muy grande para renunciar a ser una nación productiva”. Y añadió que el país debe estar en primera línea de la economía global.
Por otro lado, se refirió a una de sus más grandes metas: luchar por el medio ambiente. “Brasil tiene una gran potencia para convertirse en un referente mundial medioambiental”, aseguró. Para ello se puso el objetivo de alcanzar la deforestación cero en la Amazonía.
En su discurso no dejó de referirse a varias de las comunidades más vulneradas del país. Prometió saldar deudas con las comunidades indígenas, luchar contra el racismo y trabajar por la eliminación de la violencia a las mujeres.
El izquierdista esbozó un cambio de paradigma con respecto a las políticas frente a las armas que había adoptado por el bolsonarismo. “Estamos reformando los decretos sobre el crimen y la seguridad pública. Brasil no quiere armas para el pueblo, quiere seguridad y educación para que el país pueda ser más justo”, afirmó.
Con respecto al mandato ultraderechista que terminó con su posesión, Lula también criticó duramente las acciones de Bolsonaro con respecto al Covid-19. Lo catalogó de adoptar una actitud “negacionista” y “criminal”.
Por otro lado, dijo que buscará devolver a Brasil a la escena internacional. “Nuestro protagonismo retomará la cooperación latinoamericana a través del Mercosur”, aseguró. También se refirió a su búsqueda de rehacer los lazos con Estados Unidos y Europa, así como con los países asiáticos y africanos.
Lula terminó su discuro asegurando: “Mi más importante misión será honrar la confianza recibida y responder al pueblo de Brasil que nunca perdió la capacidad de luchar contra los desafíos”.
Un tiempo antes, su recorrido al recinto fue acompañado por miles de seguidores que observaron al izquierdista en un Rolls Royce Silver Wraith acompañado por su esposa, Rosângela Janja da Silva, su vicepresidente, el centrista Geraldo Alckmin.