viernes, noviembre 22, 2024

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Messi, tan humano como extraordinario

En Messi se advierten los rasgos que definen a un genio. Quizá el más impactante, su nulo afecto a las acciones más vulgares. En la vida, pero también en el fútbol. El penalti tiene un valor ordinario para el argentino. Ni entiende sus secretos, ni se ha preocupado un instante en descifrarlos. Desde los once metros, donde apenas hay lugar para el asombro y la hinchada se acomoda, La Pulga se hace humana. Terrenal. Se oculta el alma y, con ella, el esplendor. No es que Messi prefiera lo extraordinario. Simplemente, pinta lo que piensa, no lo que ve. Como hacía Picasso. [Narración y estadística: 6-0]

Messi volvió a fallar un penalti, esta vez ante Guaita. Se pasó 10 minutos murmurando, renegando, sintiéndose solo ante las casi 90.000 personas que le observaban en el Camp Nou. Pero aquello no fue más que el dolor abrasivo de la absenta en la garganta antes del delirio creativo.

Para los aficionados a las estadísticas, el argentino participó activamente en cinco de los seis goles frente al cadavérico Getafe. Para los que buscan conocer el porqué, quizá no exista en el mundo futbolista capaz de gobernar de principio a fin un partido. Todo lo que ocurre en el campo lo imagina Messi, lo anticipa Messi, lo ejecuta Messi. Tal es su resplandor que hasta el árbitro de turno -en este caso Pérez Montero- es capaz de anular una ley de la ventaja porque el argentino así se lo pide. Porque sabe parar el tiempo y ordenarlo a su antojo.

Ante semejante talento, un equipo como el Getafe, pobre, olvidado por las instituciones y sin apoyo social alguno, no pudo más que someterse. El descenso ya le aprieta con la crueldad de la soga. Un punto de 27 posibles permite intuir el desenlace.

Descanso de los titulares

Mientras Fran Escribá, técnico del Getafe, olvidó cualquier motivo para salir del banquillo, Luis Enrique se pasó la tarde aplaudiendo. No le pudo salir mejor el plan. Pudo conceder descanso a Busquets, a Rakitic, a Alves e incluso a Luis Suárez, pese a que había quien imaginaba su participación para forzar una tarjeta que le permitiera llegar limpio al clásico. Y los que comparecieron no sólo cumplieron con su cometido, sino que deleitaron a los espectadores con una primera hora de las que equiparan el fútbol con el puro espectáculo.

Alrededor de Messi gravitaron futbolistas maravillosos. Como Neymar, que cazó dos goles después de que el diez encontrara la forma de dejarlo solo con asistencias brindadas desde el carril interior del campo. Como Iniesta, a quien le viene de maravilla el mimo con el que Luis Enrique gestiona sus minutos. Como Sergi Roberto, expansivo y delicioso en la zona ancha. O incluso como Arda Turan, siempre dado al tremendismo torero, capaz de salir desde la retaguardia de tacón o de marcar de chilena ante la incredulidad tanto de sus compañeros como del azotado Guaita.

El Getafe, que sólo encontró alguna respuesta en la potencia descontrolada de Wanderson, sin saber si atacar o defender, morir en la cama o en la bañera, desapareció justo al amanecer. Cuando Messi profundizó y Juan Rodríguez introdujo el centro de Alba en su portería. Y ahí ya el ejército azulgrana se puso a desfilar. Messi, con un disparo flojo y sin convicción, erraría un penalti provocado por Neymar. Pero poco después, el argentino, tras pasar el luto, daría continuidad a un pase magistral de Iniesta para que Munir, muy espabilado, marcara de cabeza.

Iba tan envalentonado el Barcelona en la búsqueda de un buen botín que fue acumulando ocasiones. Neymar reclamó con escaso éxito un penalti de Pedro León que pareció claro y Piqué se estrelló con el larguero. Sería Messi, en estado de gracia, quien llevaría a los suyos a llegar al descanso con un contundente 4-0. Primero, asistió a Ney. Después, a 20 metros de la portería, alejado de ese punto de penalti que tanto le humaniza, dio media vuelta pisando el balón y se sacó un latigazo ante el que el Camp Nou se estremeció.

El arrebato azulgrana duraría diez minutos más, los que siguieron al descanso. Los que sirvieron para que Neymar nos recordara que sus guateques en Brasil animaron su fútbol, o para que Arda ejecutara la chilena que avanzaría el fin de la tarde. Porque el Barcelona ya podía pasar a la burocracia . Va tan sobrado que se lo permite día sí y día también.

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