viernes, noviembre 22, 2024

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Mike Pence, el bombero de Trump, al rescate en el debate de vicepresidentes

El debate de este martes entre los dos candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos, el único que celebrarán el republicano Mike Pence y el demócrata Tim Kaine antes de las elecciones de noviembre, llega con las miras puestas sobre todo en el contendiente conservador, tras la semana desastrosa que arrastra su jefe y aspirante a ocupar el Despacho Oval, Donald Trump.

En manos de Pence está nada más y nada menos enmendar el rumbo de la candidatura republicana tras perder Trump en su primer debate contra la demócrata Hillary Clinton. A ello se une la serie de reveses que el republicano ha encadenado desde entonces: desde sus arremetidas sexistas a la revelación, este fin de semana, de que podría haber estado aprovechándose del sistema impositivo para no pagar impuestos federales durante casi dos décadas.

No es una tarea nueva para Pence que, en muchos aspectos, es el reverso de la moneda de Trump, motivo principal por el que fue seleccionado como compañero de la fórmula republicana.

Contrarrestar traspiés políticos

Hace ya un mes que el gobernador de Indiana hizo pública su declaración de impuestos de la última década, cumpliendo la tradición que todos los candidatos a la Casa Blanca, salvo Trump, han hecho desde los años 70. El diario The New York Times reveló este fin de semana, mediante documentos obtenidos de forma anónima, que Trump declaró en 1995 pérdidas por casi 1.000 millones de dólares en negocios fallidos. Gracias a ello, según expertos citados por el rotativo, el millonario se pudo haber beneficiado de exenciones fiscales que podrían haberle librado de pagar impuestos federales durante 18 años. Pence, por el contrario, declaró unos ingresos de unos 113.000 dólares en 2015 —una cantidad razonable para un gobernador y hasta modesta en vista de la cantidad de millonarios dedicados a la política— y el pago de casi 9.000 dólares en impuestos federales, además de una cantidad similar en donaciones.

La maquinaria trumpista salió a la carga tras la publicación periodística y, en vez de negar la información, estrechos colaboradores de Trump, como el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani o el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, afirmaron que demuestra su sagacidad en los negocios. Lo mismo hizo Trump el lunes, cuando en un mitin en Colorado se jactó de “haber aprovechado” las leyes impositivas en su beneficio “de forma brillante”.

Pero la aparente confirmación de la acusación demócrata que Trump no pagó impuestos federales durante años podría echar atrás a esos republicanos moderados que siguen dudando sobre si apoyar al magnate neoyorquino o no. Además, la información sobre tamaña bancarrota pone en entredicho la autoproclamada “genialidad” empresarial de Trump.

Queda pues en manos de Pence calibrar y equilibrar posiciones en un duelo dialéctico en el que su oponente demócrata previsiblemente no le va a dar tregua. Como tampoco lo hará —si sabe jugar sus cartas— en otro tema que afecta a un voto clave para las dos partes: el femenino.

El arrebato de Trump contra la ex Miss Universo Alicia Machado no hizo más que sacar a la luz, de nuevo, la visión machista y misógina de un candidato que lleva años denigrando a mujeres, tanto de su entorno como a las que se le enfrentan.

Al contrario que el reconocido adúltero Trump, que tiene ya tres bodas a su espalda, Pence, que se autodefine como “cristiano, conservador y republicano”, lleva 31 años con la misma esposa y no se le conocen infidelidades. Algo que le permitirá discutir sin complejos con su rival Kaine, también muy religioso y casado con su mujer casi el mismo tiempo que su rival republicano.

Un vicepresidente preparado

Otra cosa que los dos candidatos a vicepresidente tienen en común es su entrenamiento para este cara a cara ante las cámaras. Al contrario que Trump, que rechazó prepararse para el primer debate contra Clinton, Pence, que por algo es un veterano de la política, lleva una semana alejado de los focos, concentrado en el que probablemente será el momento más importante de su carrera hacia la Casa Blanca.

Aunque Kaine también ha dedicado mucho tiempo a prepararse para un escenario al que no está acostumbrado pese a su larga carrera como senador y antes gobernador de Virginia, cuenta con una ventaja sobre Pence: defender a Clinton no es tan problemático para alguien que comparte ampliamente la agenda de la candidata demócrata.

El gobernador de Indiana por el contrario es un conservador clásico que en varias ocasiones ha visto cómo Trump chocaba contra sus propias posiciones, que son en buena parte las del establishment republicano al que con su elección el equipo del magnate intentó apaciguar.

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