MOSCÚ. – A menos de nueve meses del Mundial de Rusia 2018, Moscú tiene la oportunidad de probar su dispositivo de seguridad al recibir en dos días a dos clubes ingleses rivales y a sus miles de seguidores, en partidos de la Liga de Campeones de alto riesgo.
Según la prensa británica, cerca de 2.000 aficionados del club Liverpool, que juega con el Spartak el martes (18:45 GMT), y del Manchester United, que se enfrenta al CSKA (18:45 GMT) el miércoles, viajarán a la capital rusa.
El riesgo de enfrentamientos es doble: Por una parte entre los “hooligans” de dos clubes ingleses históricos, que se cruzarán en Moscú, y por otro lado entre rusos y británicos, cuyas peleas fueron uno de los puntos negros de la Eurocopa de Francia 2016.
Antes del partido Inglaterra Vs. Rusia del 11 de junio de 2016, los violentos enfrentamientos en el centro de Marsella entre ultras de ambos países finalizaron con 35 heridos y la condena de tres radicales rusos a penas de prisión.
Habituadas a este tipo de problemas en algunos partidos concretos, las autoridades rusas se propusieron atacar frontalmente la cuestión, con la vista puesta en el Mundial 2018.
Como durante la Copa de las Confederaciones, organizada sin incidentes entre junio y julio, un dispositivo reforzado está previsto el martes y el miércoles en la entrada de los estadios del Spartak y del CSKA, así como en las estaciones de metro más cercanas.
Riesgo de prisión
Una línea de teléfono multilingüe se abrirá las 24 horas entre lunes y miércoles para aportar una ayuda jurídica a los hinchas ingleses, que serán estrechamente vigilados por la policía.
“Podrán encontrar una presencia visible de la policía en los sitios donde los hinchas del Liverpool y del Manchester United se junten”, escribió el Liverpool en un comunicado destinado a sus seguidores y enviado a la agencia AFP el viernes.
Poco después del sorteo de la fase de grupos, a principios de septiembre, el United ya aconsejó a sus hinchas mostrarse discretos e “irreprochables” en Rusia.
Desde los incidentes en Marsella, el país ha aumentado los arrestos de ultras, bajo la división E del Ministerio del Interior, encargado en un principio de los extremistas y de los oponentes políticos de Vladimir Putin.
El gobierno además promulgó en abril una ley para endurecer las penas contra los responsables de problemas en recintos deportivos.
Según este texto, los “hooligans” pueden tener prohibido entrar en Rusia durante las competiciones si ya han violado las reglas de las manifestaciones deportivas en el país o en el extranjero, e incluso si existen informaciones acerca de que pueden provocar problemas.
La ley dobla el montante de las multas por infracciones de estas reglas a 40.000 rublos (670 euros), que podrán ser pagados en los 15 días posteriores a la detención.
Voluntarios por policías
“El ambiente en los partidos de fútbol ha mejorado mucho. Nos sentimos con más seguridad”, señala un fan del Spartak de 24 años, Alexandre Viktorovitch.
“Incluso si el número de aficionados agresivos no ha disminuido, los clubes han tenido éxito a la hora de mejorar la organización de los partidos”, añade, subrayando la presencia de voluntarios civiles en lugar de “policías que irritan a los hinchas”.
A pesar de estas medidas, los ultras del Spartak fueron noticia recientemente en un partido de Liga de Campeones ante el club esloveno Maribor por tirar petardos al campo.
Este incidente supuso para el club una multa de 60.000 euros por parte de la UEFA y una prohibición de vender entradas para el próximo partido fuera de casa.
El viernes el técnico italiano del Spartak, Massimo Carrera, pidió a los aficionados “que no repitan estas acciones”.
“Espero que se tomen en serio el riesgo de no poder ser admitidos en el estadio la próxima vez”, añadió.