VENEZUELA.- Antes de comenzar el día número 111 de las protestas, cuya represión y violencia ha provocado la muerte de 97 personas, la Unidad Democrática Venezolana cantó victoria, al lograr la semiparalización del país que cuenta con más de cuatro millones de empleados públicos.
En Caracas, el gran escenario observado por los ojos del mundo, el este paró en lo absoluto y en el oeste se aparentaba cierta normalidad. “Yo no quería abrir mi tienda, pero los colectivos revolucionarios nos dijeron que si no lo hacíamos, nos saqueaban o quemaban la tienda”, dijo un vendedor de pantalones en el barrio popular de Catia.
Pero en el centro administrativo, en los alrededores del Palacio de Miraflores, una buena parte de las calles aparecían desoladas, entre cierres de comercios y la desaparición del transporte urbano, que lleva dos jornadas de huelga reclamando subida de tarifas.
Desde la oposición se denunció que trabajadores públicos fueron forzados a pasear, ida y vuelta, por sus calles. “La gente que sí trabaja decidió parar en protesta contra el gobierno y el fraude de la Constituyente”, resumió el gobernador Henrique Capriles al cumplirse las primeras 8 de las 24 horas de huelga programada.
Según la patronal del comercio, el 85% de las tiendas no abrió. Y solo el 20% de los médicos acudió a los hospitales para el servicio de urgencias. En el resto del país, hubo zonas de gran seguimiento, como en Táchira, Lara y Zulia, incluso mayor que en Caracas.
Los enfrentamientos se llevaron a cabo en la capital, donde los agentes policiales y militares volvieron a utilizar fuerza desmedida para disolver los trancones en las calles.
La ONG Foro Penal contabilizaba 4.072 detenciones, de los que más de mil permanecen en las cárceles. La cifra de presos políticos ha ascendido a 444.
El “éxito” opositor fue directamente proporcional a la embestida protagonizada por Nicolás Maduro, quien en una aparición televisiva ordenó detener de inmediato a un dirigente opositor y a otro le abrió “su” celda para dentro de 10 días.