El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y su secretario general, Pedro Sánchez, atraviesan momentos difíciles que los han llevado a una disputa interna tras sus decepcionantes resultados electorales de los últimos meses.
Momentos de tensión en la que prestigiosas voces piden que el partido se abstenga en una próxima votación para superar el bloqueo en el que se encuentra el país desde hace más de nueve meses por el hecho de que no se ha logrado armar gobierno en propiedad.
Los socialistas no se muestran unidos y hay voces internas que atacan a Sánchez, quien rechazó la noche de este martes dimitir si una mayoría de dirigentes de su formación logra frustrar la hoja de ruta que él tiene establecida para el partido.
En este juego de palabras, la polémica más reciente se conoció este martes en el Congreso, donde se reunieron los diputados socialistas antes del pleno y discutieron acerca de la propuesta de Sánchez de convocar un congreso federal inmediato. La mayoría votó en contra de la medida por considerar que no es el momento oportuno para presentarla.
El cruce de opiniones continuó incluso, en la sesión parlamentaria, con la participación de 15 diputados, de los cuales once se mostraron en contra y solo cuatro apoyaron la iniciativa.
Los críticos al congreso federal piensan que el partido debe enfocarse hacia la campaña política y su propio fortalecimiento, luego de haber sido duramente golpeado en las elecciones regionales vascas y gallegas celebradas el fin de semana pasado.
Los líderes socialistas andaluces –que son poderosos–, los valencianos y el propio expresidente José Luis Rodríguez Zapatero mostraron su rechazo al congreso federal. No les parece conveniente celebrarlo en el mismo mes en que posiblemente se convoquen terceras elecciones generales y creen que el partido puede salir más dividido de lo que ya está.
Sánchez, que presentará el próximo sábado ante el comité del partido la propuesta con fecha de celebración el 23 de octubre, tiene muy clara su posición: si la rechazan, no renunciará. Tampoco piensa abstenerse para permitir que gobierne Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP). Precisamente desea dirimir en el congreso del partido el conflicto entre partidarios y detractores para facilitar el gobierno del PP mediante la abstención.
En el sistema parlamentario español, los diputados votan para permitir el gobierno del candidato, que debe obtener más votos a favor que en contra. Si el PSOE no vota, Rajoy –que ha obtenido más votos de los ciudadanos– podría volver a ser presidente y se acabaría el bloqueo de más de nueve meses. Así las cosas, el PSOE pasaría a ser partido de la oposición.
Grandes líderes socialistas, como el expresidente Felipe González, han expresado públicamente su convicción de que ese es el mejor camino para seguir. Sánchez, sin embargo, está decidido a explorar opciones en conjunto con Ciudadanos (de centro) y Podemos (de extrema izquierda) para enfrentarse al PP.
No se trata de una fórmula sencilla, pues esos dos partidos tienen posiciones contrarias en temas tan complejos como los nacionalismos en España. Ciudadanos y el mismo PSOE se han mostrado abiertamente en contra de las iniciativas independentistas de Cataluña y el País Vasco, mientras Podemos sí comulga con ellas.
Sánchez camina, pues, sobre la cuerda floja, mientras los españoles esperan que los dirigentes acaben con el estado de interinidad que reina desde diciembre del 2015, cuando se convocaron elecciones generales que no terminaron con un presidente en la Moncloa. Tras un segundo intento fallido, nadie quiere ir a terceras elecciones. Se trata, sin embargo, de una posibilidad cada vez más cercana.