MADRID.- El Atlético de Madrid alargó su mejor racha de esta temporada de la Liga, cinco triunfos consecutivos, frente a la Real Sociedad, doblegada por el brasileño Filipe Luis, propulsor y goleador del 1-0 del duelo en el estadio Vicente Calderón, y por el enésimo ejercicio práctico y solvente del equipo rojiblanco.
Un triunfo valioso numéricamente. No sólo por su permanencia en la tercera posición por segunda jornada seguida, además a la espera del Barcelona-Sevilla de este miércoles, sino porque al menos la cuarta plaza está más que encarrilada, con diez puntos de colchón; doce ya sobre la Real Sociedad, caída hasta la séptima posición.
Un cuarto de hora duró en el Calderón. Porque al equipo donostiarra mandón del principio, más paciente y preciso que profundo con la pelota en ataque y afinado en la presión sin ella, le respondió rumbo al 1-0 el Atlético, con algo más de volumen de juego, más metido en el choque, más certero a la contra y, sobre todo, más intenso, con más desborde, más activo e incisivo.
Desperezado el Atlético, cambió el partido de forma sustancial. Lo intuyó todo el mundo en una ocasión de Antoine Griezmann, la primera aparición realmente inquietante sobre el área visitante, en el minuto 18; lo confirmó luego la mano del argentino Gero Rulli ante el delantero francés y lo ratificó el 1-0 casi a la media hora.
Porque el actual Atlético ha reencontrado también desborde arriba. A la tercera marcó un gol. Un golazo por la elaboración de la jugada, desde Filipe Luis hasta Filipe Luis, desde la banda izquierda hasta el borde del área pequeña, primero con una pared con Griezmann y después con otra, definitiva, con Fernando Torres (1-0).
Dos goles del lateral brasileño en cuatro días. No es su cometido ni siquiera es algo que figure entre sus estadísticas más notables -entre las dos últimas dos campañas anotó dos tantos-, pero es una muestra más del nivel imparable al que se mueve actualmente por la banda izquierda. Defiende, ataca, regatea, juega y ahora hace goles.
Un montón de posibilidades para su equipo, este martes para romper un encuentro que ya no se parecía en nada al que había comenzado 27 minutos antes. Tampoco el Atlético ni, por extensión, la Real Sociedad, que sobrevivió al descanso por una cuestión de puntería, la que le faltó primero a Torres y después a Carrasco.
Un gol más cuatro ocasiones muy buenas, además de un par de tiros más de Filipe Luis. No era un dominio apabullante, tampoco una sucesión de oportunidades, pero sí un ejemplo de concreción en sus ataques, indescifrables por momentos para la defensa donostiarra, desajustada y a menudo un segundo por detrás de las jugadas que proponía de tres cuartos de campo hacia adelante el Atlético.
A la Real, desaprovechado su momento al principio de partido, sin el interesantísimo Odriozola, lesionado en el minuto 38, ya por la banda derecha, tuvo todo el segundo tiempo para recomponerse. Lo hizo en la intención, en la forma con la que asumió de nuevo el balón, pero se quedó ahí, sin ocasiones reales, en nada en ataque.
Nunca irrumpió en los últimos metros, frenado siempre atrás por la astucia y la firmeza con la que defiende de nuevo el Atlético, por mucho que la posesión casi era ya un monopolio de su rival, por mucho que ya le costaba un mundo salir con rotundidad hacia al ataque y por mucho que jugara ya replegado, fijado en campo propio.
Un partido ya visto muchas veces en el Calderón cuando el equipo local manda en el marcador, un encuentro que, salvo contadas excepciones, siempre termina igual, con los tres puntos del Atlético, con pocas ocasiones rivales y con mínimos sobresaltos de verdad, como hoy, sin ningún tiro de la Real entre los tres palos.