El nuevo ministro de deportes de Brasil fue acusado de un conflicto de intereses porque una empresa de su familia tiene negocios con una firma que le vende gravilla para la construcción a compañías que trabajan en proyectos olímpicos.
Leonardo Piaccini, que viene de una influyente familia de Río de Janeiro, niega irregularidad alguna y durante el fin de semana inauguró una nueva sede olímpica.
El ministro y su familia son propietarios de Agrobilara, empresa valuada en unos 12 millones de dólares que tiene una sociedad con Tamoio, la firma que suministra la gravilla.
Picciani dijo en un comunicado que su empresa no participa en la toma de decisiones de Tamoio y que no tiene contratos con la municipalidad ni con el gobierno estatal. Agregó que su ministerio no concede contratos para los proyectos olímpicos.
“Los contratos para las olimpiadas ya fueron concedidos y fueron manejados por el Comité Olímpico Internacional, el Comité Olímpico Brasileño y la municipalidad de Río”, declaró Picciani, quien asumió la semana pasada.
Es el tercer ministro de deportes en tres meses.
Su hermano Rafael Picciani es secretario de transporte municipal de Río. Y su padre, Jorge Picciani, es presidente de la asamblea estatal de Río.
Picciani sostuvo que Tamoio está involucrado con los juegos olímpicos porque fue contratado por el consorcio Rio Mais, que responde a la firma Odebrecht.
Esa empresa está involucrada en varios proyectos olímpicos. Su director ejecutivo fue sentenciado hace poco a 19 años de prisión por corrupción en relación con un escándalo de corrupción en Petrobras. Odebrecht pagó sobornos para conseguir lucrativos contratos.
El concejal de Río Jefferson Moura encabeza una investigación de los contratos, en tanto que los investigadores del escándalo de Petrotras están también estudiando los contratos olímpicos.