La Universidad Washington en San Luis es la institución por antonomasia del ritual de los debates presidenciales en Estados Unidos. Es la universidad que más debates -cuatro- ha acogido y este domingo volverá a ser el epicentro del mayor circo electoral del mundo.
Si las expectativas ya eran enormes ante el segundo debate televisivo entre Hillary Clinton y Donald Trump, se han multiplicado con el cisma abierto en el Partido Republicano tras la difusión de un vídeo machista, de 2005, de su candidato a la Casa Blanca.
“Trump podría encontrar redención o ruina en San Luis”, titula el Dispatch, el principal diario de la mayor ciudad de Misuri, cuyo consejo editorial apoya a la demócrata Clinton. Otros diarios locales han hecho extensas coberturas de qué se espera en el debate. Los alrededores de la Universidad Washington están tomados por las grandes cadenas televisivas. Hay acreditados unos 2.000 periodistas para el penúltimo debate antes de las elecciones de noviembre.
Pero fuera de esa burbuja política y periodística, cuesta palpar, al menos a primera vista, ambiente electoral en San Luis. En el centro de la ciudad, la gente estaba la noche del sábado interesada ante todo en buscar un lugar dónde cenar y tomarse fotografías con el monumento del Gateway Arch, un arco gigantesco frente al río Misisipi que simboliza el inicio del Medio Oeste de Estados Unidos. La política se percibía lejana.
George, de 28 años, no cree que el vídeo -que ha llevado a algunos republicanos a pedir la renuncia de la candidatura de Trump- afecte considerablemente al empresario neoyorquino. “Hay gente suficiente que cree en él más allá de lo que diga. Algunos americanos podrían estar de acuerdo en la forma en que habla y actúa”, esgrime junto al arco.
George aún no ha decidido a quién votará, pero cree que se decantará por Clinton al ser más seria y experimentada que Trump. Pero señala que los dos han dicho “cosas malas en el pasado” y reclama que el debate se centre en los asuntos “importantes”, no en rencillas y meras declaraciones.
Reinhold Doetteill, un estadounidense de origen polaco de 74 años, también es escéptico sobre el impacto del vídeo. Subraya que son comentarios de hace una década y que muchas mujeres participan en los mítines de Trump. Su esposa, Barbara, de 66 años, cree que el vídeo solo le afectará entre las mujeres “más sofisticadas”.
Los dos tienen previsto votar a Clinton en noviembre por ser “la menos mala de dos demonios”. El debate de San Luis será clave en ese juicio.