Con un calendario tan apretado como el que espera al Barcelona los próximos días, Messi se perderá al menos tres partidos, dos de Liga —Sporting y Celta— y el del Borussia de Mönchengladbag el próximo martes, correspondiente a la segunda jornada de la fase de grupos de la Champions. Pronto, los mismos servicios médicos del club se aventuraron a decir que no tiene nada que ver con la lesión que le hizo jugar renqueante con Argentina contra Uruguay el pasado 1 de septiembre. Aquella lesión le privó de enfrentarse a Venezuela días después. La realidad es que sí tiene que ver. Messi viene cargado, muy cargado. Debía parar —y así lo recomendaron los médicos del Barcelona cuando regresó de Argentina— y no paró. Al menos, no el tiempo suficiente. “Se veía venir”, dicen expertos consultados por este periódico.
“Nos mandan mensajes para que lo cuidemos. Nos extraña que le hagan jugar todos los partidos, ellos mucho no lo cuidan”, denunció Edgardo Bauza el seleccionador de Argentina, molesto por las exigencias que les plantea el Barcelona y la mano larga con la que, cree, le tratan en España. “Sin Messi pierde el fútbol y perdemos todos”, dijo Luis Enrique, resignado a perderle después de exprimirlo tanto como se dejó exprimir el 10. El caso es que se rompió La Pulga, como casi siempre en septiembre —cinco de las 13 lesiones que ha sufrido en su carrera llegaron en este mes—, muchas veces contra el Atlético (4 de esas 13 veces, incluida la brutal entrada de Ujfalusi que casi le partió un tobillo), y sobre todo en su bíceps femoral derecho (6 veces de las 13) una dolencia muy propia de los futbolistas.
Siendo cierto que al equipo le preocupa la lesión del futbolista argentino, no saltan las alarmas. Ya pasaron por esa situación la pasada temporada. “Los títulos los ganan las plantillas”, recordó ayer Iniesta.
Durante la primera temporada de Luis Enrique como entrenador del Barça, Messi no pisó la enfermería. Solo había regateado a los servicios médicos dos temporadas, siempre con Guardiola en el banquillo, la 2008-2009 y la 2011-2012. Pero el curso pasado, ante Las Palmas, la rodilla del 10 crujió. “Messi es insustituible”, concluyó el entrenador azulgrana. Sufrió la rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda. Estuvo 56 días de baja, nueve partidos con el Barça y cuatro con la selección, con diferente suerte. Siete victorias, un empate y una derrota del Barça; una victoria, dos empates y una derrota de Argentina.
“Es un reto grande seguir siendo competitivos sin el mejor jugador mundo. No puedo pedirle a Neymar que dé un paso adelante. Ney tiene que hacer lo que hace, como Luis Suárez, como Iniesta… Y todos lo hacen muy bien”, dijo entonces Luis Enrique. Sin Messi, el curso pasado Luis Enrique probó con Munir (en cuatro ocasiones), con Sandro (en tres), con Iniesta (en una) y hasta con Sergi Roberto, que actuó como extremo derecho en el clásico ante el Madrid. Además,
el asturiano, en el duelo de Copa ante el Villanovense, improvisó con una delantera formada por Munir, Sandro y Adriano. Hoy, Luis Enrique —“con la mejor plantilla que he tenido”, según afirma—, asume que todo es más dicífil, pero reta al equipo a dar un paso adelante. “Hay que pensar soluciones. Con él somos fortísimos, pero seguimos siendo fuertes”.
Puede utilizar a Arda Turan en las bandas, a Paco Alcácer como delantero centro y a Rafinha en cualquiera de las tres posiciones de ataque. También, como hizo el curso pasado, puede recolocar a Sergi Roberto de extremo. El problema del asturiano es que, a diferencia de la temporada anterior, este año anda escaso de laterales derechos. Solo cuenta con el catalán, porque Aleix Vidal está en penitencia (frente al Atlético se quedó fuera de la convocatoria por tercer partido consecutivo). Opciones tiene. No está La Pulga, pero le queda el equipo.