El enfrentamiento entre la dirección del Partido Republicano y su aspirante presidencial ha llegado este martes a tal punto que Donald Trump es ya, de facto, una suerte de candidato independiente, si es que alguna vez fue otra cosa. El empresario se ha revuelto contra Paul Ryan, el líder de la formación en Washington y un referente del pensamiento conservador, por el rechazo de este tras la última polémica del neoyorquino.
“A pesar de ganar el debate es difícil hacerlo bien cuando Paul Ryan y otros te dan un apoyo cero”, arrancó esta mañana en su cuenta de Twitter. “Nuestro débil e inefectivo líder, Paul Ryan, tuvo una mala conferencia telefónica donde sus miembros protestaron por su deslealtad”, añade, para advertir, acto seguido, de que ya no siente ningún deber con el partido: “Qué bien que me he liberado de los grilletes y ahora puedo luchar por América como yo quiero”.
Así es cómo Trump se ha situado al borde de la ruptura con la formación, que no había vivido una guerra civil semejante en la historia reciente. Este martes la campaña de Trump no era contra Hillary Clinton, su rival demócrata en la carrera a la Casa Blanca, sino contra los propios republicanos.
El empresario ha llegado a quejarse de que los demócratas “son más leales” que sus compañeros de partido. Y no solo eso: “Los desleales republicanos son de lejos más difíciles que ‘Hillary la deshonesta [como Trump suele llamar a la candidata]’. Te vienen de todos lados. No saben ganar. Yo les enseñaré”, ha espetado.
La decisión de Ryan de dejar de hacer campaña por Trump llegó el lunes tras un fin de semana frenético, marcado por la retirada de apoyos republicanos a su propio candidato, sacudidos por la filtración de un vídeo de 2005 en el que Trump hablaba de un modo agresivo y soez sobre las mujeres, en una conversación de alto contenido sexual.