“Lo miré por primera vez en el 2018, cuando él estaba haciendo un trabajo con un partido político en el centenario de Rumanía, pero no tuvimos ningún contacto. Luego a principios del 2021 nos conocimos por medio de amigos en común, nos sentimos atraídos. Desde un principio quisimos algo serio, pero fuimos de poco haciendo crecer nuestra relación”. Este fue el hilo conductor de la sampedrana Yessenia Sara Carvajal con su esposo de nacionalidad rumana.
¿Como fue esa sorpresa cuando le pidió matrimonio?
Yessenia Sara: Él tenía todo planeado. Estaba vestida con vestido elegante, estilo griego. Y él con un traje elegante. Establecimos desde hace un tiempo que nuestras canciones favoritas son: Somos novios de Armando Manzanero, y bésame la boca, de Ricardo Montanero. Cuando empezó la canción de Ricardo Montaner, me tomó de la mano y salimos corriendo, y nos pusimos enfrente del mar a bailar. Todo era mágico. Había muchas luces como decoración. Y cuando empezó la canción de Manzanero, sacó su anillo de su saco y me pidió que sí quería ser su novia. Y dije que sí. Luego me di cuenta que había fotógrafos alrededor de nosotros y mucha gente aplaudiendo y me dio un ramo de rosas
¿La boda civil ya se hizo, falta la boda eclesiástica?
Yessenia Sara: La haremos en este año 2023.
¿Como se llama su esposo?
Yessenia Sara: Se llama Adriano, es de Rumanía de religión ortodoxa. La boda será con costumbres latinoamericanas y rumanas.
¿Ya eligió su vestido de novia para la boda eclesiástica?
Yessenia Sara: Todavía estoy buscando el vestido de novia. Estoy viendo sí lo compro ya hecho, o lo diseñaré yo.
¿Como será la boda al tener costumbres diferentes y cultura gastronómica sobre todo distintas?
Yessenia Sara: Mi esposo come comida latinoamericana, le gusta bastante la baleada pero con huevo, él no es muy nacionalista con la comida rumana, y ni yo con la hondureña, salvadoreña o española. Comemos de vez en cuando porque nos gusta probar cosas internacionales. La vida sólo es una.
Esta es la historia de Yessenia Sara Carvajal, que fijó su residencia en Braila, Rumania, país en el que encontró a su media naranja. Y es que el verdadero amor no sabe de raza, religión o edad.
Por Alexandra Rodriguez